Conciliación
Pepe Goteras y Otilio
Con todos los problemas de identidad que nuestros queridos políticos han creado, por acción, omisión o por puro aburrimiento, ¿ahora se preocupan por el orden de los apellidos de nuestros hijos? ¿Realmente les pagamos para eso? ¿Les dan un plus por cada ley absurda, innecesaria y meramente demagógica que aprueban en vez de recurrir al puro sentido común? Primero, si unos padres no se ponen de acuerdo ni en los apellidos de su hijo, mal vamos. Y si para colmo tiene que ser un funcionario el que decida en última instancia, vamos peor. Amén de este pequeño detalle, si creen que la igualdad se sustenta en el orden de los apellidos, apañados vamos. Si ésa es su estrategia política para asegurar los derechos fundamentales de los españoles, mejor será que Pepe Goteras y Otilio chapuzas a domicilio ocupen los escaños, que al menos nos reiremos más. Comprendo que el apellido fuera tema de debate nacional cuando en la Alemania poshitleriana se optó, por vergüenza o por temor a represalias, borrar del árbol genealógico el apellido Hitler. Pero hoy en día, en nuestro país, con una crisis económica que sitúa a muchas familias en el umbral de la pobreza, con una tasa del paro superior al 20% y con un atasco judicial vergonzante amén de unas decisiones judiciales que siembran el desencanto más que la sensación de justicia, que sus señorías empleen el dinero de los contribuyentes en decidir el orden de los apellidos es, cuando menos, ridículo, exasperante y, si me apuran, hasta denunciable. Que se pongan a trabajar para solucionar los problemas reales que acucian al ciudadano, tenga los apellidos que tenga.
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