Los Duques de Alba verán mañana a Eugenia por Jesús Mariñas

Ya no hay recelos, sospechas, ni claroscuros. Todos aceptan la versión oficial avalada por el comunicado médico. Y aunque parece que Cayetana no tenía peligro de contagio –porque tuvo hasta dos varicelas– siguió las recomendaciones médicas a fin de no aumentar la faringitis que padece desde el día del enlace, en el que rió, bailó y habló incansablemente. Los Duques no se movieron de Dueñas ni hicieron noche nupcial en la finca cordobesa, que Alfonso conoce bien porque allí se refugió en los primeros tiempos de la relación, tan adversos y censuradores. Entonces los amparó una conocedora del terreno, la anticuaria María Dolores del Pozo, que este verano fue la primera invitada de la Duquesa en sus primeros días ibicencos. Algunos incluso llegaron a confundirla con la imprescindible Lola, o con su hermana Ana María, un par básico en la organización de Dueñas y Liria. Manejan el cotarro con magisterio y relativo distanciamiento aunque, a veces, pueda parecer que largan más de lo permitido. Las apariencias engañan.

Preocupada por cómo se repone su hija Eugenia, la visitará mañana con Alfonso cuando le den el alta tras casi una semana encamada con altísimas temperaturas, y puede que la pareja retome la reserva aérea que hicieron para ir cinco días al norte de Europa. Un viaje prólogo al que en noviembre, y durante casi un mes, proyectan a Tailandia como auténtica «luna de miel». Siguieron los consejos de María Eugenia Fernández de Castro, que fue quien impulsó a hacer este viaje a Cayetana, siempre ávida de sensaciones. Parece una chiquilla buscando aventura.

Qué ánimo derrocha, incluso para rechazar el maquiavelismo de la reunión con sus íntimas, en la que Nati Abascal tiene algo más que un pretexto para realzar la reciente boda. Si anteayer conté que, para el miércoles, Nati había montado una comida en su casa sevillana, Cayetana resolvió aplazar la cita. No se saben los motivos para posponer el almuerzo con Tere Pickman, las llamativas hermanas Cobo –entre las que siempre destaca la imponente y racial Carmen–, Isabel Burgos, la marquesa de Saltillo y otras del círculo aristócrata. ¿Será temor a una exclusiva soterrada e inaccesible para el resto de la Prensa? A saber.

El caso es que Nati podría no perdonarle a Carmen Tello la presencia que tuvo el día del enlace, luciendo idéntico porte al de la experta en glamour internacional, pero con más belleza facial. La señora de Curro Romero, antigua marquesa de Valencia y madre de cinco hijos, es la entregada compañera del mito taurino. Él, a imitación de su esposa, también se ha puesto a régimen. Curro lo pasa fatal con tanta judía verde, aunque sigue yendo al gimnasio y corriendo al menos dos horas diarias. Tiene una disciplina ejemplar que le ayuda a mantener tan eterna juventud.