Barcelona
Artur Mas: Las lágrimas del «hereu»
Las lágrimas de Artur Mas en el cierre de campaña este viernes en el Palau de Sant Jordi harán historia. Son las lágrimas, ahora sí, de un vencedor. Son las lágrimas de quien sabe que el éxito cuesta y hay que labrarlo día a día. Dicen que a la tercera va la vencida y en su caso es cierto.
Después de sufrir la derrota humillante del que gana pero no gobierna, se convertirá en el Molt Honorable president de la Generalitat, siete años después de intentarlo por primera vez el 16 de noviembre de 2003. Por fin, gobernará. De lo contrario, hubiera sido el final de su carrera política, impulsada desde la trinchera por Oriol Pujol, el quinto hijo del ex presidente catalán que gobernó con mano de hierro los destinos del País catalán durante 23 años. Su relación de amistad con Pujol hijo, catalanista de pro, fue su carta de presentación más firme y convincente para que el padre inclinara el fiel de la balanza hacia él. De un plumazo se quitó de en medio a su rival de UCD, Josep Antoni Duran Lleida, uno de los políticos más valorado por los catalanes. Dos años antes de que Pasqual Maragall diera al traste con su aspiración a gobernar, el president lo designó su hereu (heredero). Para que a nadie le cupiera la menor duda, y, sobre todo, a Duran, lo nombró conseller en cap. Por fin, sus desvelos habían dado sus frutos.Sin embargo, ahora, años después de la herencia, Mas considera a Oriol de su círculo de confianza, pero no amigo íntimo. Así, lo reconoce en el libro de Pilar Rahola que humaniza al soberbio y altivo Mas. Ironías de la vida, el hijo del para siempre Molt Honorable, a quien Mas debe quien es, estaba llamado a sustituirle si esta vez no gobernaba.Su particular travesía del desierto ha sido larga y dura. Las huellas en su rostro son visibles de por dónde ha pasado. Su mirada, algo lánguida, ya no es saltarina como antaño. Su mujer, Helena Rakosnik, con la que comparte tres hijos, lo sabe. Por eso lo vigila de cerca.Pero hoy respira mejor. Las urnas le han servido de bombona de oxígeno. Ha recuperado algo del hombre que fue. Ése que posaba sin ningún pudor en mitad del Paseo de Gracia para los reporteros gráficos de los medios a los que concedía entrevistas como consejero de Economía del Gobierno Pujol.Ya entonces, un joven y seductor Mas se mostraba dispuesto a hacer lo que fuera por sustituir a su mentor. Y lo hizo. ¡Vaya si lo hizo! No ha escatimado en medios para conseguirlo. Amén de otros, los mediáticos. Si los asesores de hace años, que ya no le acompaña en esta carrera sin final que es la política, le decían: «Hay que conceder una entrevista a la revista de Caprabo». A la semana siguiente, entre receta y receta, aparecía un sonriente y espléndido Mas. Todo sea por el medio millón de familias que reciben por buzoneo la publicación. Si por Navidad había que transmitir imagen familiar, la instantánea de Helena con Artur y sus hijos aparecía en Semana. Por eso a él no le extrañó ni lo más mínimo su comentada aparición en «La Noria». Cuando este burgués de clase acomodada estudiaba en la escuela Aula y más tarde en el Liceo Francés, le encantaba jugar al fútbol e ir a esquiar con su familia. Pasiones que aún conserva. Pero a partir de ahora tendrá menos tiempo para sus aficiones.Hoy está de suerte. Ahora sí la aritmética le acompaña. Qué mejor regalo para su aniversario el próximo 3 de enero. Pero se acordará en estos decisivos momentos de su benefactor, del que permanece alejado por decisión propia desde hace años.
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