Miami
Nati Abascal no detesta a Amanda Hearst por Jesús MARIÑAS
A nadie se le escapó detalle del casi preciosismo nupcial que Rosa Clará llevó a pasarela el pasado martes, en la «Barcelona Bridal Week». Ni la morenísima Sonsoles Suárez ni Susana Uribarri le quitaron ojo a los generosos escotes, la abundancia de capas en tul conformando faldas o a los ceñidos cuerpos inspirados en lo que Cataluña conoce como «zamarretas», y es la típica camiseta de uniforme de marineros. Sonsoles, que se casa este verano, sonrió como diciendo: «Es para mí», al ver un traje color té con escote palabra de honor de cierto aire y cintura cercanos al que recientemente lució Carmen Morales para unirse en Ibiza a Luis Guerra. No dejó de comentarlo con la Uribarri. Estaban cerca de la ya rotunda Elsa Anka, que me contó su última conquista de un apenas treintañero, y Carla Goyanes, también en capilla.
«No entiendo que esta noche celebres tu despedida de soltera tras haberte casado ya civilmente. Explícamelo e ilumíname», pidió Elsa. «Es para mí un simple trámite nada realzador. Estoy casada pero no lo siento así y es totalmente falso lo de mi embarazo. Jorge, mi ya marido, sale el lunes hacia Miami, donde empezará a trabaja para el Santander. Hasta la boda, dentro de dos meses, yo estaré yendo y viniendo. Para el papeleo norteamericano no sabes cómo me ayudaron Alfredo Fraile y su esposa María Eugenia», explicó Carla cerca de Amanda Hearst. Es pequeñita y tiene una voluminosa cabeza aupada sobre tacones negros de 16 cms. Su ya casi suegra desmiente que la millonaria norteamericana no le guste para su hijo pequeño. Nati ya realizó con ella, como aquí anticipamos, un reportaje de ambas posando enfundada en seis trajes de boda de una Rosa Clará que acaso sorprenda dando otro sí quiero a Josep Artigau. Lo reconocían ante Antonio Cano, Dolly Fontana y el abogado Ramón Tamborero, que separó en tiempos a Jimmy Jiménez Arnau de Merry Martínez-Bordiú. Hablando de bodas y de rupturas en las que es especialista, rió con el cirujano Javier de Benito, que levanta suspiros desde que dejó a Rosina Malumbres.
Todo resultó idílico: desde la perfecta confección que pasmó a los vendedores hispanoamericanos a la fiesta-cena en los patios del museo Picasso donde Helena Rakosnik, esposa de Arthur Mas, no soltó a Rosa Clará después de que el president honrase la pasarela dando un apoyo fundamental al que fue reacio en principio. Paco Flaqué se mostró ufano ante el alarde de buenísima organización demostrando la supremacía y tradición barcelonesa en esto de la moda aunque sea para el «sí quiero».
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