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«Vodevil» por Blanca Basiano
No sé si es por el empacho judicial del pasado fin de semana, pero el «caso Nóos» empieza a recordarme a un vodevil trasnochado. Con sus situaciones histriónicas y sus protagonistas entrando y saliendo de escena a toda velocidad. Y lo digo después de haberlo vivido a pie de valla y persiguiendo, cámara y micrófono en mano, a todo aquel que pisase terreno judicial. Ya fuese el duque imputado, el implacable juez de la chupa de cuero, o cualquiera con ganas de chismorrear; aunque sólo fuese un poco. Es lo que tiene estar casi 24 horas encerrado sin tener un móvil a mano. Cierto es que a este vodevil le falta vis cómica, supongo que por el argumento y la gravedad de lo investigado, y le sobra surrealismo. El espectáculo, por mucho que les pese a los protagonistas, no ha hecho más que arrancar. Así que no es de extrañar que, dentro de no demasiado, experimentemos un déjà vu, con el «paseíllo» de Urdangarín por el juzgado. Antes, digo yo, tendrá que declarar su archienemigo, D. T. ( Diego Torres para los que no sigan este culebrón) que, se supone, rebatirá punto por punto la declaración del que fuera su alumno y socio. De momento, y a falta de que se pronuncie su señoría, en esta «opereta» judicial no intervendrá la Infanta Cristina. La Fiscalía Anticorrupción ha desestimado imputarla porque «no hay ningún indicio incriminatorio que la vincule con la actividad, presuntamente, ilícita de su marido». Así las cosas, las partes siguen sin dar pistas sobre su estrategia. Hasta el locuaz y comunicativo abogado de Urdangarín ha decidido callarse para no destripar, aún más, los entresijos de esta historia.
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