Crisis bancaria

Todo un ejemplo

La Razón
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Que Rodrigo Rato ha sido el mejor ministro de economía en décadas es algo sabido. Que su paso por la dirección del Fondo Monetario internacional no fue menos brillante lo sabe todo el mundo, incluidos aquellos que han intentado echar un borrón en su hoja de servicios al calor de la polémica ley de cajas que el Gobierno aprobará por decreto en el Consejo de Ministros de mañana. Si hay algo de lo que nuestro país anda sobrado es de mezquindad y Rato lo ha sufrido en sus carnes en más de una ocasión. Pero mira por dónde, desde que está al frente de Caja Madrid los impositores y clientes pueden dormir tranquilos a pesar de las nubes de tormenta financiera que no terminan de disiparse. En bastante poco tiempo se han sentado las bases para la transformación de la entidad y el pasado martes se tomó una decisión que es todo un ejemplo. No habrá bonus para los anteriores directivos, ni volverá a haberlos para nadie mientras no se reintegren al FROB, el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria, los muchos millones de euros que fueron inyectados para garantizar la solvencia y asegurar el éxito en la fusión con Bancaja, Layetana, y las cajas de Segovia, Avila, Insular Canaria y Rioja. Sin entrar en si esos incentivos millonarios eran o no procedentes, lo que está meridianamente claro es que quienes tengan sus ahorros en Caja Madrid y por consiguiente en el banco resultante, pueden respirar a pleno pulmón. La marcha de Rodrigo Rato de la política no fue una buena noticia para el centro derecha español, pero que sea hoy una de las piezas claves en el entramado financiero sí lo es. La solvencia de la banca española se ha mantenido contra viento y marea y está sorteando con un éxito más que razonable la gran tormenta de la crisis. En esa solvencia se asienta una base sólida para iniciar, cuando llegue el momento, la recuperación que ya han iniciado la mayoría de los países llamados de nuestro entorno. La verdad es que por primera vez en muchos meses se observan signos, aunque muy leves, de mejoría. Ese 6% de crecimiento de la actividad industrial indica un cambio de tendencia que debe confirmarse con el tiempo. Hay que reconocer que, aunque tarde y mal, Zapatero ha cogido el toro por los cuernos. La pena es la cantidad de tiempo que se ha perdido y que nos va a obligar a sufrir más tiempo del debido. La confianza se pierde en horas y se recupera en meses o años, y el actual Gobierno no cuenta ya con tiempo suficiente como para que los verdaderos brotes verdes, los de la creación de empleo, se noten antes de las elecciones generales de marzo del próximo año. Por eso ha llegado el momento de que la oposición presente un plan de medidas para generar puestos de trabajo que resulte atractivo para nuestros socios europeos e ilusionante para una sociedad, la española, que se encuentra sumida en la resignación y el pesimismo. Ya no es suficiente hacer promesas sin contenido. Rajoy tiene que explicar cuanto antes sus recetas para darle la vuelta a la actual situación. A lo mejor a él le cunden más dos tardes con Rato que lo que le cundió a Zapatero las que pasó con Jordi Sevilla.