Nueva York
Recetas bio y Bla bla bla
Cuando entramos en el local, enseguida nos viene a la cabeza la tendencia que desde hace años arrasa en Francia con Iñaki Aizpitarte, de Le Chateaubriand, como responsable culinario.
Recibe el nombre de bistronomic (unión de los términos bistró y gastronomía) y consiste en ofrecer menús ricos que no superan los 20 euros en un entorno divertido. El restaurante Bla, bla, bla, que recibe el nombre gracias a nuestra buena costumbre de hacernos con una mesa para conversar, se asemeja a este concepto al ofrecer una carta estudiada, sin pretensiones, que cambia según la temporada, alimentada de recetas elaboradas por el chef Michel Reynaud con materias primas biológicas.
Para crearla, Nacho Charrabe, uno de los socios junto a Rafa Sañudo, Roberto Huerta, Alejandro Toledo, Santiago Segura y Cayetano Rivera Ordóñez, se inspiró en la de Balthazar y Pastis de Nueva York. El local despierta al barrio con olor a café a las nueve de la mañana para ofrecer el primer bocado del día a quien lo desee. Al mediodía, la cosa se pone suculenta con un menú diario por 17 euros que consta de cuatro mejillones, sopa fría o ensalada y, de segundo, medio steak tartare, hamburguesa o medio entrecot, además de una copa de vino o agua y café.
Ostras y champán
Entre los entrantes, opciones tan francesas como la vichyssoise, una delicia de temporada, tanto como la sopa fría de tomate con queso de cabra y menta, muy buena y refrescante. Probamos la ensalada de foie gras micuit, el timbal de berenjena con queso de cabra, original combinación, el típico crôque madame, el sandwich de jamón y queso caliente, con un toque especial de trufa negra, y los mejillones a la Provençal –también los hacen al vapor, en escabeche y al Pernod–, los reyes de la casa.
Los huevos Bénedictine no faltarán en el brunch, que empezará a funcionar los sábados a partir de septiembre. Como plato principal, el chef recomienda el tartare de atún de almadraba, procedente de la pesca controlada y sostenible, manipulado lo justo para no menguar su sabor, pero optamos por la sobresaliente hamburguesa con queso de cabra y rúcula y, por supuesto, por las sardinas en ratatouille, una receta de la Provenza servida con verduras.
De postre, nos quedamos con el tatin con helado y el mousse de chocolate, que duraron un suspiro sobre la mesa. Pero aún hay más: el chef sugiere a los espectadores del teatro Marquina, situado en la puerta de al lado, disfrutar de dos ostras francesas con una copa de champán Mumm por 9 euros o de un piscolabis ruso, formado por dos chupitos de vodka, blinis, caviar beluga y una botella de Mumm de 50 cl por 99 euros. Placer sibarita.
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