Literatura

Cataluña

Los pueblos que han engrandecido la literatura

La Mequinensa de Jesús Moncada revive en la escena

Los pueblos que han engrandecido la literatura
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BARCELONA– El lugar de origen de una persona es tan determinante, que bien haríamos muchos en prestar atención y empezar a pensar si no sería mejor inventarse uno más interesante. Para Nietzsche, el lugar en que estamos marca tanto el carácter y nuestras posibilidades como ser humano, que sería muy recomendable empezar a estrujarse el coco, ver si no estamos en el sitio incorrecto, buscar un lugar mejor y huir por patas. A veces hay que hacerlo de manera literal y marcharse. A veces, si alguien tiene talento, basta con hacerlo de manera literaria y escribir sobre estos sitios y convertirlos en mitológicos e importantes. Puede que no lo sean en realidad, pero a nadie le importa la realidad si metemos en medio la poesía.
El Teatre Nacional de Catalunya (TNC) está apunto de su subir a escena «Maquinensa», una dramatización de los textos de Jesús Moncada que escribió sobre la pequeña localidad de La Franja. Crónica oral de un pueblo singular, en ella se entremezclan diferentes tiempos y diferentes personajes para crear una especie de inconsciente colectivo que demuestra que el lugar en el que estamos es esencial en lo que somos. «Éramos conscientes de nuestra singularidad y estábamos dispuestos a pelear por ella. Jesús, lo que hizo, es darnos la voz para que los demás se diesen cuenta. No se entiende su vida sin Mequinensa y vice versa», señala Rosa Maria Moncada, hermana del malogrado escritor.
Moncada perfeccionó una tradición que se remonta a tiempos inmemoriales y que pone el acento en pueblos o territorios reales como microcosmos humanos desde donde sublimar la verdadera vida secreta de los hombres. La primera obra maestra en este aspecto es «Winesburg, Ohio», de Sherwood Anderson, una serie de cuentos concatenados que descubren las gracias y miserias de los estrambóticos vecinos de un pequeño pueblo del medio oeste americano. Aunque el nombre es inventado, su disposición, características y personajes no y corresponden al lugar de nacimiento del escritor. El protagonista, George Willard, cuenta sus experiencias, desde niño hasta que logra salir del pueblo y comienza a idealizarlo sin querer volver nunca más, algo que le pasó a Anderson.
Los pueblos literarios se multiplican, como los cuentos de perdedores resignados de Richard Ford en «Rock Springs», auténtica genialidad con finales que te embargan con esa resignación y te hace llorar por los derrotados. También está la crueldad desnuda y pornografía emocional de «Knochemstiff», de Donald Ray Pollock, que te hace ver que un pequeño pueblo puede ser un infierno helado. Incluso están territorios completos como «Wyoming», los cuentos de Annie Proulx. La vida de los pueblos, menuda vida.