Pamplona

El Juli incendia Pamplona

Pamplona. Octava de la Feria de San Fermín. Se lidiaron toros de Toros de Cortés y Victoriano del Río, 2º y 6º, bien presentados. Buen toro el 1º, que humilla y repite; deslucido y derrotón el 2º; dejándose el 3º aunque sin clase; manejable el 4º sobre todo por el izquierdo; el 5º, con transmisión y buen pitón derecho; el 6º, muy derrotón y sin clase. Lleno en los tendidos. n El Fundi, de tabaco y oro, estocada desprendida (oreja); dos pinchazos, aviso, estocada (saludos).- El Juli, de nazareno y oro, estocada desprendida, dos descabellos (silencio); pinchazo, estocada trasera y caída (oreja).- Sebastián Castella, de negro y oro, media estocada (saludos); pinchazo, metisaca, aviso, metisaca, pinchazo, media (silencio).

El Juli incendia Pamplona
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La memoria es capaz de arrojarte en segundos al abismo. Cuando El Fundi se quedó en la cara del cuarto al entrar a matar y el toro lo cogió, nada bueno nos devolvió la memoria. Hay imágenes que se agolpan, dañinas todavía para los sentidos mucho tiempo después. Fundi vino para sustituir a Juan Mora y a la vez cumplía su adiós de la plaza de la Misericordia. La cogida fue espeluznante: le volteó del derecho y del revés hasta dejarle libre. Después, se cobró ya la estocada que acabaría con la faena, con el toro y con su despedida. Fue astado a menos con un manejable pitón zurdo. La faena quedó aseada. Como la de su primero, ese sí que fue buen toro, descolgaba la cara una barbaridad y acudía con nobleza y repetidor. La voluntariosa faena encontró premio tras la estocada. Tibio.

A El Juli no le rodaron las cosas con el segundo, que no humilló ni una sola vez y se hartó a derrotar en la muleta. Otra cosa fue en el quinto. Punto y aparte. Clarísimo lo tenía el torero madrileño: de Pamplona no se iba a ir así como así aunque le quedara otra tarde más en sanfermines. El toro tuvo buen pitón derecho, se desplazaba con nobleza, transmisión y cierto picante. Por ahí hizo faena Juli. A derechas, a veces rotundo, otras más irregular, no tan macizo como nos tiene acostumbrados. Al toro por el izquierdo le faltaba vuelo y Juli tiró de habilidad (y enorme valor) para meterse entre los pitones, pasarse al toro, de inmensos pitones, por aquí y por allá sin moverse... Hasta que Pamplona, sol y sombra, se metió de lleno en la faena. Lo tenía Juli ya en la mano, el pinchazo rebajó el premio. Una oreja. El ambiente olía a puerta grande.

Sebastián Castella se alargó en una faena voluntariosa al tercero, que se dejó sin clase ni demasiada alegría y con un sexto, que no se cansó de derrotar una y otra vez en la muleta del francés. La espada fue un borrón en esencia. El Juli, en la primera de sus tardes, había incendiado Pamplona. Valor, técnica, corazón y cabeza. Y ésta le funciona de verdad.

 

El cartel de hoy
Toros de Juan Pedro Domecq para Juan José Padilla, Miguel Ángel Perera y Alejandro Talavante