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«Tecnócrata» es la palabra por Ramón Sarmiento
Ya Quevedo en «La hora de todos» recurrió al escenario extranjero como un artificio literario para enmascarar y desplazar la crítica de un problema de la política interior que agobiaba a la España de 1630. Y ahora nosotros en la verborragia electoral revivimos el conflicto entre el imperio económico que nunca fuimos y nuestros principales rivales europeos. Detrás de las palabras se atisba una anemia mental que exige definir los puntos cardinales de la vida política. Y éstos no son otros que los que rigen la vida real. Así como se necesita un mecánico para poner en marcha un motor parado, nadie pensará que para reparar las averías económicas y otras lacras de la vida nacional se pueda prescindir de los técnicos. Y a esas personas el DRAE las denomina «tecnócratas»: «Profesionales especializados en alguna materia económica o administrativa que, en el desempeño de un cargo público, aplican medidas eficaces que persiguen el bienestar social al margen de consideraciones ideológicas». Y de la definición se sigue, primero, que no se pueden suplantar los conocimientos por la ideología, porque la competencia se alcanza en la experiencia de la aplicación de soluciones cuya eficacia ha sido debidamente comprobada. Segundo, que sólo con técnicos no se gana una carrera de F-1; se requiere un piloto de experiencia también probada en la lid. Y, tercero, sólo después del técnico y del piloto llega el momento de la estrategia del político: saber priorizar los objetivos cuando las urgencias son varias, como en la España actual, acuciada por problemas laborales, financieros, económicos, educativos, etc. Ésta es la hora de los tecnócratas.
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