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El verdadero perfil de Cleopatra

No es el retrato de la historia, sino el que aporta la leyenda, con todos sus edulcoramientos y tergiversaciones, el que permanece vivo en la memoria colectiva. Cleopatra siempre será Elizabeth Taylor, no importa lo que digan los especialistas y los estudiosos; o lo que se encuentre en los pergaminos, papiros y testimonios que dejaron detrás de sí los coetáneos.

Elizabeth Taylor protagonizó el «biopic» más famoso de la reina de Egipto, realizado por Mankiewicz
Elizabeth Taylor protagonizó el «biopic» más famoso de la reina de Egipto, realizado por Mankiewiczlarazon

Su nombre era griego, pero siempre lo oíremos con pronunciación egipcia; descendía de los Ptolomeos, pero jamás dejará de ser una heredera de los reyes del Nilo. Vestía como una mujer helena, pero pervivirá en el recuerdo con los atributos de los faraones. De Cleopatra lo que se desconoce no es la leyenda, sino el personaje real. La mujer que tuvo que desbrozar el camino que conducía al trono de posibles herederos, haciendo frente a traiciones y deslealtades. Desde hacía siglos, su familia había evitado emparentarse con otras. Contraían matrimonio entre parientes próximos para retener el poder en la línea dinástica. Pero eso condujo a una lucha entre ellos en la que abundaron los envenamientos y las muertes violentas, que son las que alimentan los mitos y gusta leer en las novelas. «Entre ellos existía mucha rivalidad. Esa política hizo que no existiera una línea de sucesión clara y que siempre estuvieran luchando unos con otros. Ni siquiera cuando huían al exilio consideraban que estaban a salvo. Cleopatra hizo que César matara a su hermano y que Marco Antonio asesinara a su hermana. Incluso su propio hijo, cuando alcanzaba la mayoría de edad, podía disputarle el trono. No era fácil sobrevivir en ese ambiente. Todas las personas de la corte conspiraban. Eso hizo que Cleopatra fuera una mujer con mucha determinación, dura, aunque también amable», comenta Adrian Goldsworthy, autor de «Antonio y Cleopatra» (La Esfera de los Libros), que ilumina a una mujer oculta tras el velo de la literatura y el cine.

La soledad del poder
En un Mediterráneo convulso, desgarrado por las disputas internas de Roma, Cleopatra aprendió las sutiles habilidades de la diplomacia y el arte del encantamiento y la seducción para mantener la independencia de Egipto y su propia legitimidad. En su caso, reinar era vivir. Caer equivalía a morir. «Ella necesitaba el apoyo de César y de Marco Antonio. Al primero para que la salvara del exilio y, al segundo, para que la escogiera como reina en su país. A cambio, aportaba riqueza y recursos. César era más viejo. Tenía mucho en común con él. Eran igual de inteligentes y se admiraban. Sabían, probablemente, que se utilizaban y eso les unía todavía más. La primera parte de la relación con Marco Antonio duró seis meses. Después hubo una separación de tres años y medio. Es cierto que cuando volvieron a juntarse ya no se separaron nunca».

El dibujo de Goldsworthy es el de una reina inteligente, capaz de desenvolverse en diferentes lenguas y que llegó a los 39 años, lo que no deja de tener mérito. «Entra en la política. Es parte activa de ella. Forma parte del juego. Plutarco refiere la noticia de que su voz era bellísima. La compara con un instrumento musical. Pero lo importante es cómo se adaptaba a las situaciones.
Marco Antonio era una persona sencilla, ruda, y se sabe que, cuando estaba junto a él, rebajaba su sentido del humor para situarse a su altura. Con César, eso no resultaba necesario. Debía de ser, de todas maneras, una mujer muy solitaria, a pesar de que estuvo con las dos personas más poderosas del mundo en ese momento».

Juntos hasta el final
¿Cómo fueron César y Marco Antonio? «César, sin duda, era más inteligente que Marco Antonio. Además se preocupaba por la gente, igual que Augusto. A Marco Antonio, que tuvo muchísimo poder, el pueblo le daba lo mismo. Se presentaba como un gran militar, pero fue una imagen que se creó él mismo. En realidad, no tenía casi experiencia de mando y en el año 36 a. de C., en la guerra contra los Partos, perdió casi 10.000 hombres. No sabía dirigir una guerra».

Este contraste entre la fama y los hechos queda resaltado por la derrota de Marco Antonio frente a Augusto en Accio, una batalla donde el amante de Cleopatra perdió el ejército, la estima de los soldados, la guerra y hasta el prestigio. «Fue su mayor fracaso. Marchó detrás de Cleopatra y sus tropas enseguida comprendieron que no iban a morir por alguien que les había abandonado.
Jamás se recuperó de ese golpe», afirma el autor. La diferencia entre uno y otro era evidente. Marco Antonio no era un gran general y Octavio, que tampoco destacaba por sus actitudes en el campo de batalla, sin embargo, sabía rodearse de inteligencias militares oportunas, como Marco Agripa.

Lo que siempre ha quedado en tela de juicio, aunque las obras de teatro y la cinematografía hayan alimentado estos romances, fueron las relaciones que Cleopatra mantuvo con los dos generales que durante una época, más larga o más corta, tuvieron el mundo bajo su égida. «Ella sólo tuvo a esos dos amantes. Hay un mito. Es cierto, pero también existen fundamentos reales. Es cierto que dejó que Marco Antonio se sacrificara y que, antes de suicidarse, Cleopatra estuvo negociando con Augusto para ver si conseguía salvarse, pero al final...».


El enigma de ¿una belleza?
No existen retratos de Cleopatra. Nadie sabe si era alta, morena, rubia o pelirroja. Jamás ha habido un interés por el aspecto de una reina como por el suyo. Sin embargo, no existe ningún documento, literario o artístico, en el que se describa su aspecto. Se sabe que tenía la piel blanca porque lo menciona un poema. En cuanto a su familia, proveniente de Macedonia, había toda clase de rasgos. Lo que sí se conoce, en cambio, es que parte de su belleza procedía de su carisma, del glamour que desprendía su personalidad. En la imagen se puede ver un retrato suyo esculpido en un denario de plata romano del año 32 a.C.


«Antonio y Cleopatra»
A. Goldsworthy
La esfera de los libros
516 páginas. 29,90 euros.