Nueva York
Suso Mariategui
Hace apenas tres semanas celebrábamos un sesenta cumpleaños un grupo de amigos. Gabriel Bermúdez cantó una selección de "La bella molinera". Suso se brindó gentilmente a recitar previamente, teatralizando en español, cada una de esas canciones, que él mismo había interpretado tiempo atrás. Ambos realizaron un trabajo estupendo. Hace cuatro días cenaba con él y Edelmiro Arnaltes en "Le Garage"de Nueva York, escuchando jazz de fondo, y al día siguiente nos volvíamos a citar para la última "Armida"de Renè Fleming en el Met.Hoy viernes, en un ave camino de Málaga, reviso el correo en el iPhone y me encuentro con un email de Edelmiro. Lo abro, esperando sea uno más de los tan divertidos a que acostumbra, pero leo: "Tengo una tristísima noticia. Suso acaba den morir esta noche de un ataque al corazón.... Esto es muy duro". Aún no me lo puedo creer y supongo que Edelmiro tampoco.Suso, nacido en Las Palmas y de donde es hijo predilecto, estudió en la "Hochschule für Musik und Darstellende Kunst"de Viena y durante tres años trabajó el lied con el célebre Anton Dermota. Desde entonces alternaría este género con el oratorio y la ópera. Cantó por toda Europa y sus recitales, como "De Monteverdi a los Beatles o una Historia del Canto", siempre tuvieron un toque personal. Además de recordadas interpretaciones, como las de Tamino, Ernesto, Nemorino o Don Ottavio, realizó auténticas recreaciones de papeles como el Inocente de "Boris"o el Cisne de "Carmina Burana", gracias a una voz que The Sunday Times definió como "de timbre único, como una delicada trompeta"y, sobre todo, su musicalidad e inteligencia artística. Strauss y Britten fueron de sus preferidos, pero también abordó a de Pablo o Küchl.Ningún asistente podrá olvidar jamás sus lecciones en la Escuela Reina Sofía junto a Kraus o en los cursos de la Complutense en El Escorial, porque amaba lo que hacía y sabía transmitirlo con gran amenidad. Dejó escritas las "103 reflexiones sobre la voz y el canto".Sus amigos valoramos ante todo su categoría personal. Cuando se encuentre con San Pedro seguro que le cantará el Inocente y le contará el último chascarrillo de aquí abajo. Le abrirá las puertas de par en par. Allí han ganado uno, el que aquí hemos perdido. Gonzalo Alonso
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