Bruselas
No hay prisa
España centra el interés internacional y cualquier reunión, encuentro o entrevista de carácter europeo en el que participa Mariano Rajoy es elevado automáticamente a noticia de primera página y reaviva toda suerte de especulaciones sobre rescates y ayudas financieras. Así ha sucedido con la cumbre sobre el Mediterráneo que se celebró ayer en Malta y en la que han coincidido los presidentes de España, Italia y Francia. Aunque la agenda se centraba en la evolución de la «Primavera árabe», la reunión también ha sido de gran utilidad para aunar criterios entre los tres países ante el Consejo Europeo que se celebrará los próximos días 18 y 19 en Bruselas. No es un Consejo de trámite y España se juega más que nadie en él. Es cierto que se ha relajado sensiblemente el clima de crispación que rodeó la anterior cumbre europea, celebrada en junio, y que desde entonces nuestra nación ha dado pasos de gigante para recuperar la confianza de los mercados y para ganar fiabilidad ante los socios comunitarios. Las reformas puestas en marcha por el Gobierno, el riguroso control del déficit y la elaboración de unos Presupuestos viables configuran una hoja de ruta apoyada en 43 leyes, ya aprobadas o por desarrollar, que guiará la economía durante los próximos seis meses. El efecto causado en Bruselas y en Fráncfort no ha podido ser más positivo: el comisario Rehn aseguró que el Plan Rajoy iba «más allá de lo reclamado»; y anteayer Mario Draghi lo calificó de «progreso muy significativo». Por tanto, España parte de una posición mucho más fuerte y creíble que hace cinco meses, pero aún debe sortear los obstáculos que los socios más renuentes, como Alemania, Holanda y Finlandia, le colocan para culminar el saneamiento del sistema financiero. Como es sabido, en la cumbre de junio se acordó activar la manguera antiincendios del BCE para apagar el fuego de la deuda soberana, abrir una línea de crédito de hasta 100.000 millones para recapitalizar la banca española y poner en marcha un supervisor bancario común. Sin embargo, hasta la fecha sólo se ha concretado el primer punto (lo hizo Draghi a primeros de septiembre) y ha tenido un efecto sedante sobre los mercados. De los otros acuerdos no se han ajustado los detalles más relevantes, como por ejemplo si la recapitalización será directa a los bancos o si implicará un paso intermedio a través del Estado. De cómo se resuelva el contencioso dependerá que la deuda española se dispare o se contenga. De ahí que el Gobierno acierte al dilatar la decisión de si pide o no una línea de crédito preventiva. La partida de ajedrez que desde hace meses se juega a varias bandas en Europa es demasiado compleja y sutil como para movimientos precipitados o en falso. El equipo de Rajoy está demostrando temple y oficio, dos cualidades que transmiten confianza.
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