Palma de Mallorca
Un año difícil
Hay ocasiones en las que parece que no pueden ocurrir más desgracias en la vida de una persona, que ya se ha alcanzado el mayor grado de infortunio posible y que no pueden suceder más desdichas que se sumen a las ya existentes. Ése podría ser el caso actual de Iñaki Urdangarín que, por si fueran pocas todas las tribulaciones por las que está pasando en estos momentos, hay que sumar una más y quizá la más dolorosa a nivel personal y familiar: la muerte de su padre, Juan María Urdangarín.
A pesar de toda la pena que pueda sentir en estos momentos el duque de Palma por el fallecimiento de su progenitor, similar a la que pueda experimentar cualquier persona que pasa por el trance de ver morir a su padre, seguro que en su caso se suma la sensación de desvalimiento y desamparo al perder también al jefe del clan familiar, que ha defendido de forma unánime hasta ahora la inocencia y honorabilidad de uno de sus miembros. Con lo cual, no es aventurado afirmar que el marido de la Infanta Cristina ha perdido hoy no sólo a un padre, sino también a uno de sus más importantes valedores, el hombre que ha mantenido contra viento y marea la fe en la honradez de su hijo, a pesar de todos los indicios existentes en contra de esa creencia.
La muerte del padre de Iñaki Urdangarín es, por ahora, el más penoso y triste de la cadena de reveses que jalonan los últimos meses de la vida del duque de Palma. Una vida que hasta hace poco era percibida por la mayoría de las personas casi como un cuento de hadas: casado con una Infanta, padre de familia de cuatro hijos preciosos, con un trabajo fantástico en una de las empresas punteras de España, destinado en la capital de Estados Unidos… todo parecía sonreír al antiguo deportista de élite que contribuyó a ganar numerosos trofeos para su equipo de balonmano.
Pero, como pasa también a veces en los cuentos, un buen día todo empezó a ir mal. Primero, las sospechas de negocios turbios y poco éticos, después la decisión de la Casa del Rey de considerar su comportamiento poco ejemplar y apartarle de la institución, a continuación la imputación judicial y la declaración exhaustiva durante dos días en Palma. Y ya para remate, la actitud de su antiguo socio de querer involucrarle hasta las cejas en las actividades ilegítimas del Instituto Nóos, en respuesta a la declaración de Urdangarín en la que descargó la responsabilidad económica de Nóos en Diego Torres.
Urdangarín es un hombre fuerte, no hay más que verlo, aunque en los últimos meses se ha visto claramente cómo las tribulaciones por las que atraviesa dejan una huella evidente en su físico, vigoroso y potente hasta ahora. Pero el trago de perder a su padre en un panorama tan sombrío como el que transita ahora necesitará que saque fuerzas de flaqueza para superar este episodio, uno de los más desoladores que ha de afrontar cualquier ser humano a lo largo de su vida.
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