Guadalupe
Las otras víctimas: «Mamá te quiero ver con novio pero que no te grite»
En 2010, al menos 40 menores se quedaron huérfanos. Son los damnificados invisibles de la violencia de género
Madrid - Nazaret tiene cinco años y todavía no sabe que es huérfana porque su padre «mataba por ella» y así lo hizo. Es la última víctima silenciosa de la violencia de género: Su progenitor, José R.C., esperó a que su madre la dejara en el colegio para matarla a hachazos. «Para mi nieta su padre es el hombre más guapo del mundo y con ella se porta muy bien, pero cuando su madre, después de ocho años sufriendo sus ataques de ira, decidió separarse, su hija le dijo: «Mamá, te quiero ver con novio, pero que no te grite», afirma Guadalupe, la madre de Susana, la undécima mujer asesinada por terrorismo doméstico en lo que va de año. «Ella sabía lo que podía suceder y días antes me hizo jurarla que si la mataba no le dejara ver a la niña nunca más», añade la abuela de la menor.
La noticia del asesinato de Susana corrió como la pólvora, pero ¿qué fue de la niña?, ¿quién fue a recogerla al salir del colegio? Varios investigadores que participaron en el informe que presentó el martes pasado Save the Children sobre el tratamiento de estos pequeños se hacen la misma pregunta: «No hay atención específica para los niños que se quedan huérfanos». Las propias madres maltratadas también acusan este problema:«El niño no existe para el sistema», explicó una de las 26 madres que entrevistó la ONG para sensibilizar a los asistentes.
Sentimiento de culpa
Miguel Lorente, delegado del Gobierno para la Violencia de Género, aportó datos: en 2010 se quedaron sin madre 40 menores, cuatro más que en el año anterior. «Más de un 90 por ciento de las mujeres que marcan el 016 (teléfono al que llaman las víctimas de violencia de género) tienen hijos menores». Sin embargo, la realidad es mucho más dramática. Luis Estebaranz, psicólogo y director de la Fundación ANAR (Ayuda a niños y Adolescentes en Riesgo), ahonda en el problema: «En 2009, nos llamaron 215 niños que, por sus explicaciones, nuestros psicólogos concluyeron que vivían en un entorno de violencia machista». Los 150 profesionales de ANAR, subrayaron en su última memoria de 2009 que existe una importante ambivalencia afectiva entre los menores. Un apunte que corrobora Isabel Vela, psicóloga de la Asociación para la Defensa y Apoyo de las Víctimas de Malos Tratos, Activa: «Entre los efectos inmediatos que sufren estas víctimas sobresale el sentimiento de culpabilidad. A largo plazo, se convierten en niños huidizos y llegan a normalizar las actitudes violentas», explica. Desde su centro, los psicólogos trabajan tanto con mujeres maltratadas como con sus hijos, que muestran indicadores claros de lo que están viviendo en casa: «Suelen dar señales de alarma como dolores crónicos, desatención y problemas de sociabilidad. Pero ni las instituciones ni la sociedad están suficientemente concienciadas», asegura. Para elaborar su informe, Save the Children analizó la actuación de varias comunidades, entre ellas Madrid que, como afirmó Yolanda Román, responsable de Advocacy y Campañas, «es de las pocas que cuenta con un amplio sistema de ayuda». Lo confirma Rocío de la Hoz, directora general de Igualdad de Oportunidades del Ayuntamiento de Madrid: «En 2010 acudieron a nuestros centros de acogida 192 niños con sus madres y la cifra va en aumento. Nuestras psicólogas tienen lista de espera».
«A mi madre la machaca»
Los niños que sufren violencia invisible, como la denominan los expertos, suelen acudir a los especialistas con un trauma severo que no saben como expresar. Los dibujos se convierten en su vía de escape. «Es un mundo secreto para los adultos», según Luis García Trigales, experto en salud mental infantil. Pero, algunos, pocos, sacan fuerzas para descolgar el teléfono y buscar ayuda. Llaman a ANAR y aportan testimonios estremecedores. «Al oír anoche a mi madre gritar distinto, me levante y encontré a mi padre tirándola del pelo. Mi hermana intentó ayudarla y le pegó una bofetada», comenta un joven de 14 años. Otro adolescente de la misma edad les explicaba a los psicólogos: «Le ha dado una ostia con una chancla». Un joven, tres años mayor, explicaba la situación que vivía a diario: «A mí me pega, pero a mi madre la machaca». La ONG sabe que hay casos de menores de 7 años implicados en maltrato doméstico. «Nos llaman sus hermanos mayores», dice.
¿Cómo actuar?
1.- Indicadores
Existen varias actitudes que reflejan la situación del niño: dolores crónicos, autismo, desatención...
2.- Intervención
Los psicólogos primero deben conseguir que el niño se abra, se conozca y entienda lo que ha vivido.
3.- Educadores
Para que el menor recupere los hábitos saludables les dan clases de música, relajación y técnicas de estudio.
4.- Seguimiento
Las asociaciones especializadas crean grupos de apoyo para ayudar a las víctimas en casos de crisis o de recaida.
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