Bruselas

Con grandeza

La Razón
La RazónLa Razón

Los niños hijos de atléticos que hace unos años se preguntaban por qué eran del Aleti ya no lo hacen. Han crecido y han comprendido que su historia es como la vida misma. Del frío al calor, de la lluvia a la sequía, del infierno a la gloria. En Mónaco conquistaron su primera Supercopa de Europa y con ello, sus mayores volvieron a sentir las emociones de aquellos tiempos en que se batía a la Florentina, se tenía que disputar partido de desempate contra el Bayern en Bruselas o se ganaba la Intercontinental. El Atlético volvió a ser el imprevisible, el de las tardes donde la grandeza más inesperada se da cita en el césped. Dejó de ser el inseguro de la Liga y se sobrepuso, moral y futbolísticamente, al Inter, que aspiraba a igualar los seis títulos del Barça y en el quinto se ha parado. Se ha tenido que conformar con cuatro. De su presunta glorificación, Mourinho no podrá decir que es herencia que le dejó a Benítez, y éste tendrá que conformarse con haber debutado con título italiano. A Benítez le van a tocar los costados, como le ocurrirá a Quique, cuya destitución pedirán los impacientes de siempre en cuanto el equipo no se muestre apabulladamente campeón.
Ganó el Atlético la Supercopa y lo hizo con grandeza. El Inter no fue el equipo cagón que eliminó al Barça en extraordinario ejercicio de prudencia italiana, pero el conjunto madrileño tuvo, entre otros méritos, el no dejarse acomplejar por el campeón italiano. No había razón para ello.