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Por qué se tiró agua hace dos años

En 2010 se registró el tercer invierno más lluvioso desde 1947. Entonces se tuvo que desembalsar agua de siete embalses de la cuenca del Guadalquivir. Sólo en Córdoba hubo que desaguar 2.000 hm3 ante el potencial riesgo. Este año, en cambio, la situación es bien distinta. La sequía pluviométrica puede poner contra las cuerdas a los agricultores, sobre todo del Ebro 

Por qué se tiró agua hace dos años
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El invierno acaba sin que la lluvia haya hecho acto de presencia. Muy diferente es la situación que se dio en el invierno de 2010, el tercero más lluvioso desde 1947. Entonces las barreras de los ríos no fueron suficientes para embalsar toda el agua caída y en algunos casos, ante el riesgo potencial existente, hubo que abrir compuertas para dejar escapar un recurso tan valioso como este año se antoja. España, un país caracterizado por sufrir un régimen hidrológico irregular, añora hoy los 2.000 hectómetros cúbicos que se desembalsaron en Córdoba. Entonces, ante el potencial peligro que conllevaba albergar tanto recurso hídrico, hubo que desaguar siete embalses de la cuenca del Guadalquivir que vierten sus aguas directamente al río: Jándula, Yeguas, San Rafael de Navallana, Bembézar, Melonares, Gergal y Agrio.

Entonces la reserva hidráulica nacional estaba al 79,8 por ciento de su capacidad. En cambio este año, los embalses están al 62,1 por ciento, según el último boletín hidrológico. Puede parecer mucho, pero los 34.501 hectómetros cúbicos de agua embalsada que hay vienen del año pasado. Y aunque no se esperen grandes recortes, sí podría afectar a los agricultores si la primavera caprichosa se presenta seca. «El Ebro ya está hoy en situación crítica para los regantes y después las restricciones para el riego podría afectar al Duero así como zonas concretas de determinadas cuencas», explica Andrés del Campo, presidente de la Federación Nacional de Comunidades Regantes de España (Fenacore). Y si el próximo año la sequía pluviométrica continúa, entonces podríamos entrar en sequía hídrica con mayores restricciones.

España sabe demasiado bien las consecuencias. «El anterior período de sequía lo vivimos durante 2004 y 2005, por lo que, aunque depende de las zonas, cada seis o siete años se sufren años secos», asegura Alberto Garrido, subdirector del Observatorio de la Fundación Botín. Aunque, al tratarse de períodos no cíclicos y según las regiones, las cifras pueden variar. «Desde 1952, cada 14 años aproximadamente hay uno o dos años de sequía fuerte. En el Duero hay sequía cada cinco o siete años; en Valencia y Murcia, cada 14; y en el Tajo y el Guadalquivir es más irregular», explica el catedrático Antonio Ruiz de Elvira, de la madrileña Universidad de Alcalá de Henares.

Entonces, ¿se podría haber evitado tirar agua en tiempo de bonanza hídrica? Depende, pero sí evitar o al menos minimizar futuros desagues ante un riesgo potencial, vía obras o vía gestión. El Comité de Grandes Presas está estudiando si cuando se dice que una presa está al 70 por ciento esa capacidad es o no real por los depósitosque se han ido acumulando en el fondo.

«Se calcula que los embalses tienen entre un 10 y un 15 por ciento menos de agua embalsada de que la se estima por los sedimentos que tiene acumulados, aunque varía según el terreno», explica Edelmiro Rúa, presidente del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos.

Como 2.000 piscinas olímpicas
Para el presidente del Comité Nacional Español de Grandes Presas, José Polimón, la sedimentación sería menor. «La sedimentación es más importante en algunas cuencas que en otras. En conjunto, se estima que el volumen total perdido hasta ahora es de unos 5.000 hm3, que es aproximadamente un 8 por ciento de la capacidad total de los embalses españoles (61.000 hm3, es decir, 61.000 millones de metros cúbicos)», explica Polimón. Es decir, que el volumen de agua que no se embalsa por los sedimentos es equivalente al agua de 2.000 piscinas olímpicas.

En cualquier caso, esos sedimentos impiden recoger más agua de la que se podría. De modo que si las desaladoras no se han postulado como la mejor solución por los precios del agua, y cada vez que se habla de trasvases se enciende la llama, quizá es el momento de mejorar la gestión hídrica.

En este sentido, para Rúa, una opción sería «hacer pequeñas presas y bombear aguas arriba (trasvase). Otra hacer pequeñas presas para acumular agua y aprovechar los años de escasez hídrica para limpiar los fondos de los embalses, pero tendría que hacerse con una planificación a largo plazo».

Presas sí se están haciendo. Limpiar, no tanto. «En este momento, se están construyendo 22 presas, a las que hay que añadir dos recrecimientos de presas existentes», precisa Polimón.

En cambio, «los embalses no se suelen limpiar de sedimientos, salvo cuando algún embalse ha dejado de estar en servicio por obras», afirma Edelmiro, quien no está convencido de que sea una solución muy rentable. Algo en lo que discrepa Ruiz de Elvira: «Sale mucho más barato dragar que hacer un embalse».

Cómo evitar pérdidas de agua
En este sentido, Enrique Cabrera, catedrático de Mecánica de Fluidos del Instituto Tecnológico del Agua de la Universidad Politécnica de Valencia, explica que «no es que sea más caro dragar el embalse que hacer un trasvase, sino que en España estamos acostumbrados a promover obras, ya sean trasvases, desaladoras o embalses, y no a cambiar tuberías para evitar pérdidas de agua».

«No es que no haya que hacer obras puntualmente –prosigue–, de hecho está todo prácticamente hecho, sino que en gestión no se ha hecho nada».

Edelmiro Rúa reconoce ·que «se podría hacer como se hace en los puertos con una draga, aunque con mayor dificultad por la variación del tiempo. Quizá una óptima opción sería aprovechar cuando los embalses están al mínimo (quizá el próximo año si sigue sin llover), así como en los que hay obras para limpiar los embalses de sedimentos», añade.

Una vez extraídos, «es tierra buena. Se podría devolver a la naturaleza. Esta fase no tiene que ser muy difícil, lo único que no habría que ponerla en las riberas. Es tierra aprovechable», asegura Rúa.

Pero lo gestión no acaba ahí. «Resulta esencial crear la figura de un regulador como hay en Inglaterra, por ejemplo, que controle que cuando se sube el precio del agua sea para mejorar la gestión, controle objetivos....», precisa Cabrera.

Otra opción es «lograr que la política agraria fomente los cultivos de secano, así como los de regadío que consuman poca agua. En la actualidad, falta por modernizar un 40 por ciento de los regadíos», precisa Alberto Fernández, responsable de Agua de WWF. «Y respecto al Plan de Choque que iba a ahorrar 1.800 hm3 –continúa–, no se logró ningún ahorro, ya que se incrementó la superficie agrícola de riego». En definitiva, medidas hay, y muchas, para optimizar este valioso recurso.