Literatura

Barcelona

Sant Jordi: quién dijo crisis

A pesar de caer en plena Semana Santa y de que jugaba el Barça (además de que el cielo amenzaba tormenta desde hacía días), la fiesta de Sant Jordi demostró que el libro goza de buena salud. Las calles de toda Cataluña se llenaron de lectores en busca de autores. Y los encontraron. 

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Más de un día editor miraba ayer con miedo al cielo, pensando que la lluvia podría estropear la gran fiesta del libro y la rosa. Afortunadamente las nubes se tomaron un respiro y permitieron que, por un día, los lectores de toda Cataluña pudieran acercarse a sus autores favoritos para conseguir que les dedicaran su último libro. Lo que una turista italiana definía como «giornata nazionale della cultura», demostró que aguanta la crisis y que para la lectura siempre hay tiempo.

Pese a algunos de los malos augurios de los últimos días, Sant Jordi demostró gozar de buena salud. Como decía ayer Ramon Solsona, el último ganador del Premi Sant Jordi, «algunos se han pasado los días previos más preocupados del tiempo que del calendario».
Según los datos hechos públicos por el gremio de libreros de Cataluña, se logró alcanzó la cifra mágica de 19 millones de euros, una cantidad que cumple con las expectativas más halagüeñas esperadas por editores, libreros y distribuidores.

Si alguien teme a la crisis, desde luego que ésta no vive en el mundo del libro, con riadas de gente paseando por la Rambla, el Paseo de Gràcia, plaza Cataluña y Rambla Cataluña a lo largo de todo el día, casi hasta las ocho de la tarde, momento en el que empezó en el Nou Camp el partido del Barça contra el Osasuna. De hecho, unos días antes de la celebración del partido, desde el gremio de editores se habló con Jaume Roures para trasladar la hora del encuentro a las diez de la noche, pero no pudo ser: el Barça ya ha cumplido con su cupo de encuentros para esta hora.

Desde hace días, se apuntaba que el escritor y guionista Albert Espinosa se convertiría en el gran triunfador de la fiesta. Su última novela, «Si tú me dices ven lo dejo todo... pero dime ven», se convirtió en la más vendida tanto en su versión en catalán (Rosa dels Vents) como en castellano (Grijalbo). Poco antes de encontrarse con sus lectores, Espinosa prefería ser prudente y ver este Sant Jordi «como Guardiola. Lo que tenga que ser, será».

A mediodía, cuando los datos parecían convertir a Espinosa en el protagonista, el autor no podía disimular su alegría. «Espero que esto dure toda la jornada», comentaba a este diario. El resto de títulos más vendidos en castellano fueron «Los enamoramientos», de Javier Marías, «El ángel perdido», de Javier Sierra. «Mar de fuegos», de Chufo Lloréns, y «La caída de los gigantes», de Ken Follet.

En cuanto a ensayo, «Indignaos», de Stéphane Hessel, editado por Destino, fue la obra más vendida tanto en catalán como en castellano. Le siguen en la lista«El método Dukan ilustrado» de Pierre Dukan, «Excusas para no pensar», de Eduard Punset, «Saber cocinar», de Sergio Fernández y Mariló Montero y «Ganar en la bolsa es posible», de Josef Arjam. El de ayer fue un día curioso. Hubo todo tipo de propuestas para lograr atraer a lectores. El sello Navona durante unas horas logró que un alter ego de Mark Twain con traje blanco y largos bigotes canosos resucitara y firmara ejemplares. Otro que tuvo grandes colas fue el ratón Gerónimo Stilton, con parada propia para autógrafos.

Carmen Posadas apuntaba en sus dedicatorias que esperaba que tanto su libro fuera «una invitación para pasar un tiempo juntos». Y así fue durante toda la jornada, estableciéndose el contacto entre los autores y los lectores, con algún escritor apuntando su correo electrónico en su firma para mantener ese contacto, como hizo Alicia Giménez Barlett. Otros se estrenaban, como David Vann, el autor de «Sukkwan Island», quien vino expresamente desde Nueva Zelanda para conocer de cerca la fiesta del libro y la rosa.

«¿De verdad todos los años es así?», preguntaba mientras compartía mesa con un tranquilo Enrique Vila-Matas porque «el día está soleado, la gente está en la calle y parece que todo va bien para los libreros». Javier Marías aseguraba en alguna dedicatoria que «Los enamoramientos» era «un libro que dudé escribir y publicar». Ignacio Martínez de Pisón se mostraba contento con la jornada, aunque recordaba que los libreros de Zaragoza «ya celebraron la fiesta el domingo pasado y fue bien». Ayer también fue bien.

El detalle: el italiano que agotó libros
Parece fuera de toda duda que el italiano Federico Moccia ya es todo un fenómeno literario en nuestro país. El autor vino expresamente desde Italia para enfrentarse a la maratón de firma de ejemplares que agotó todas las existencias en las librerías. Moccia se codeó con sus admiradores, casi todos juveniles lectores y se dejó fotografiar como si se tratara de una estrella de la música. El escritor, encantado con la recepción de su obra, afirmó que quiere seguir volviendo a Sant Jordi siempre que pueda.

Una foto con Javier Sierra
Desde mucho antes de llegar a la primera de sus firmas, a Javier Sierra le aguardaban largas filas de admiradores. Su nueva obra, «El ángel perdido», fue una de los más solicitadas durante toda la jornada, como pareció demostrar la gran demanda de lectores que querían, no solamente la dedicatoria de Sierra, sino también hacerse una fotografía con él. El autor aguantó con alegría lo que definió como «un día importante» para poder conocer a los lectores». Algunos de los seguidores que esperaban aseguraron que «sin Sant Jordi sería imposible poder hablar con autores como él». Misión cumplida.

Mendoza, entre libros y gatos
Este Sant Jordi era especial para Eduardo Mendoza. No solamente tenía lectores que querían su firma en «Riña de gatos», el libro con el que ganó el último Premio Planeta. La festividad del libro coincidía con el veinte aniversario de la publicación de una de sus novelas más celebradas, «Sin noticias de Gurb». Mendoza comentó antes de enfrentarse con las firmas que el día de ayer le permitía conocer «pequeñas cápsulas de las vidas» de sus muchos lectores. El escritor barcelonés apuntaba en las dedicatoriasal pie de su rúbrica que su nueva novela es «otra historia de gatos y de libros».