Valencia

Rita le recuerda a Rajoy que su lealtad es «con Valencia»

La «alcaldesa de España» dice que el PP valenciano es necesario para ganar España «tal y como somos»

La alcaldesa junto al presidente Camps y a Dolores de Cospedal, al finalizar el acto.
La alcaldesa junto al presidente Camps y a Dolores de Cospedal, al finalizar el acto.larazon

VALENCIA- El acto de proclamación de Rita Barberá ayer en el Palacio de Congresos fue la terapia colectiva para salir del invernaje forzoso en que el PP ha visto sometidas sus ilusiones de equipo ganador, aplastadas por las vicisitudes de la trama Gúrtel, que cada día apunta más hacia la inocencia del presidente Camps.

El Palacio de Congresos estaba lleno de seguidores, patrios y foráneos, en un acto que tenía tantas lecturas como le otorgaba la ilusión de los participantes. Se proclamaba a una candidata que siempre había estado; que representaba las siglas del PP mejor que nadie; que todo apunta a que ganará las elecciones; que aumentará sus apoyos y que sus tres décadas de servicios al PP y antes a AP, le hacen hablar a Rajoy de tú a tú, y al resto de dirigentes de la formación de la gaviota, desde la superioridad que rebaja su humildad y disciplina espartana de partido.

Hubo mensajes importantes, varios, pero no solo fueron en clave nacional, pese a la presencia de María Dolores de Cospedal y al importante anuncio del adiós de Zapatero, sino en clave de partido autonómico y dirigidas al PP nacional.

El primero en romper el hielo, o más bien en derretirlo con soplete, fue el presidente provincial, Alfonso Rus. Su deseo de que Cospedal gane las elecciones autonómicas en Castilla-La Mancha sonó más bien al desiderátum de que la secretaria general del partido emprenda nuevas sendas y abandone las anteriores: «bon vent i barca nova» pareció querer decir el presidente de la Diputación, y así fue entendido por el auditorio más ducho.

Cospedal aguantaba el tipo consciente de que las distintas intensidades del calor prestado desde Madrid al presidente Camps en los momentos más difíciles, la han puesto en la picota.
Rus completó su «performance» colgándose la pegatina negra y roja del «No a la guerra» y preguntó al auditorio ya entregado si se acordaban de cuando les llamaban asesinos por la guerra de Irak. «¿Dónde están ahora?», en alusión a la guerra de Libia.

Rita subió al escenario pletórica, rojo alcaldesa, y besó a Fabra, Carlos, que llegaba en esos momentos y certificaba así que se trataba de un gran acto que traspasaba las fronteras municipales e incluso provinciales, si no regionales.

Qué veinte años no es nada, tango en ristre, la primer edil se alborozó y alborotó al auditorio. Su discurso estaba estudiado, quizá demasiado almizclado, pero llegó a todo el mundo, que era lo pretendido. Alzó la voz para llegar «a los últimos ciudadanos de Valencia, a los valencianos de la mar, a los cabañaleros» a los que prometió que seguirá adelante con el Plan, incluida la prolongación «porque ningún abuso de poder ni capricho podrá parar el proyecto».

El siguiente mensaje fue para su equipo, prácticamente el mismo que cuando empezó: «hay personas casaderas en mi casa que conocí después que a mis concejales». De entre los primeros, había otro entre el público, en la última grada, ejemplo de humildad, Enrique Pérez encanecido. «No he hecho aún las listas pero supongo que querrán acompañarme cuatro años más», dijo Rita. Consultados después, los ediles, parece que ninguno quiere abandonar y que ninguno va a ser forzado a ello. Además, Barberá cuenta con el colchón de saber que los resultados le otorgarán al menos un concejal más, si no son dos.

Y el siguiente mensaje ya fue para Rajoy, facturado vía Dolores de Cospedal: «dile de mi lealtad al trabajo y al partido, pero dile que mi lealtad es con Valencia». Dos lecturas: ni quiere ser ministra, llegado el caso; ni quiere ser nada de nada de lo que se ha barajado en los momentos más duros del devenir judicial del caso Gúrtel. Solo alcaldesa.

A continuación vino la glosa a la ciudad y a su gestión: tres años de congelación de impuestos, gastamos menos de lo que ingresamos, el paro se ha reducido, jardines a punta pala, escuelas infantiles que respetan la libertad de elección de los padres, el río de cultura, la tierra natura, y echó mano del marketing: «Valencia es la ciudad donde, a veces, los coches van a trescientos por hora, y no los pueden multar; donde los leones andan sueltos. Valencia es increíble, pero cierta».

Enumeró proyectos y deseos: acabaré la dársena aunque no se pongan al teléfono, llevaremos adelante el Plan del Cabanyal en todos sus extremos, incluida la prolongación, crearé una incubadora de empresas innovadoras y una terminal de cruceros en el Puerto. Y una novedad: destacó el aeropuerto de Barajas como propio rompiendo así la tendencia a reivindicar las mejoras en Manises: «a los madrileños os hemos dado el mar, que es mucho, pero nosotros tenemos un aeropuerto intercontinental como Barajas que nos conecta con el mundo, a una hora y veinticinco».

Anunció nuevas dotaciones de ocio «que no hemos podido atender por falta de suelo», y el delta verde del PAI del Grao sobre 170.000 metros cuadrados.

Y llegó el segundo recado para Rajoy y la dirección política del PP nacional: «Paco, eres nuestro candidato; eres y serás nuestro presidente y aquí nos tienes. Éste es un partido que ha dado una lección política en España de unidad ante la adversidad y te digo, María Dolores, que somos imprescindibles, tal y como somos, para llevar a Mariano a la Moncloa».

Y coincidió con Alfonso Rus en desearle a Cospedal que sea la próxima presidenta de Castilla-La Mancha.

Le tocó el turno al presidente Camps, que arrastra una hernia que le resta evidente movilidad pero no ilusión, y de la que será operado, previsiblemente, el próximo día 13 de abril. Dijo que el PSOE, por fin, había dado una buena noticia a los españoles, y era que Zapatero no se volvería a presentar a la reelección como candidato a la presidencia del Gobierno de España.
Aludió a su dolencia y dijo que «no sé si se me ha roto un disco de vinilo y me han de poner un CD entre las vértebras, pero con vinilo o con CD quiero hacer esta campaña con vosotros» mientras apoyaba su pierna en un breve peldaño dispuesto al efecto para paliarle el dolor.

amps le puso sentimiento a su alocución sobre Rita: «fui concejal durante cinco años con Rita y eso lo tengo como un marchamo» y le reconoció que «pueden cambiar las calles o pueden cambiar las plazas, pero has cambiado la mentalidad» sobre aquella urbe gris que él conoció cuando era un chiquillo.

Y emocionó a Rita y se emocionó él al decir que «espero que alguno de mis tres hijos me dé nietos, y cuando sean mayorcitos les diré, yo trabajé con aquella señora».

Dijo que a Rita correspondía no una década sino una época y enunció los dos protagonistas de la historia de Valencia: Jaime I y Rita Barberá.

Y cerró el acto Cospedal , al ser éste de partido, que no oficial.

Comenzó elogiando a Camps y dijo que seguirá siendo presidente de todos los valencianos. Pareció quererse referir al Congreso del PP de Valencia que la eligió secretaria general, aunque finalmente no lo hizo: «yo tengo la suerte de estar aquí porque...»

Y pasó a loar a Rita: «cuando pienso en la ciudad perfecta, pienso en Rita; cuando pienso en la amiga, pienso en Rita» y destacó algunos de los logros que Rita había enumerado en su intervención.

Fue la intervención más comedida, en las formas y en el fondo, y las horas hicieron que algunos asistentes comenzaran a salir. La brevedad evitó evidencias.

En clave nacional dijo respetar la autonomía del PSOE para elegir a sus candidatos en primarias o como sea, pero pidió que no sustraigan al pueblo su capacidad de decisión y que Zapatero deje que decidan los españoles, es decir, que convoque elecciones anticipadas.
Al calor de las encuestas, todos los intervinientes dieron por seguro que el próximo presidente del Gobierno sería Mariano Rajoy, y Cospedal aludió a que «cuando Rajoy sea presidente se respetará la autonomía de los ayuntamientos y las comunidades autónomas y los valencianos podrán hacer lo que quieran en la dársena y en el Cabanyal.

Pidió que se desvelará quién era la X en el caso Faisán aunque dio por supuesto que no era otro que el vicepresidente del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, y dijo que el PSOE «se le escapa el tiempo entre las manos como se escapan millones de puestos de trabajo».
Quiso seguir la semblanza de Camps sobre Rita y Jaime I pero erró el tiro al decir que ella hubiera preferido a Charlton Heston, quien dio vida al Cid, pero no al Conqueridor y se despidió arropada por un caluroso aplauso. González Pons le escoltaba, aunque sólo Camps le mencionó.


El Palacio lleno y las prisas por el AVE
- El Palacio de Congresos se llenó hasta la bandera para acompañar a Rita Barberá en su nueva proclamación, después de veinte años. La organización fue exquisita y fotógrafos y periodistas se movieron por el auditorio sin problemas y con corrección.
- Llamó la atención la salida disparada de la secretaria general, Dolores de Cospedal, del Palacio de Congresos. Hubo quien pensó que algo pasaba. Le seguía al trote Esteban González y una corte de escoltas. No había peligro, sólo premura: la secretaria general perdía el AVE.
- La alcaldesa se fundió en un abrazo con el edil Jorge Bellver, imputado por prevaricación por autorizar la construcción de un aparcamiento subterráneo sin la autorización previa de la Conselleria de Cultura. Barberá sabe que Bellver se está tragando un sapo del que no es por entero responsable... y aguanta el tipo.