Londres
Los nuevos cachorros de Saatchi
El galerista ha tomado el pulso al arte británico. Trece años después de la polémica «Sensation», colectiva que consagró a Damien Hirst, llegan los sucesores de aquéllos. Darán que hablar.
La segunda generación de la factoría Saatchi está lista, esperando que se abran las puertas de la galería que posee en Londres y que es un barómetro del momento que atraviesa la creación. Nacido en Bagdad en 1943 (aunque su familia se trasladó a Gran Bretaña cuatro años después), Charles fundó junto con su hermano Maurice la agencia de publicidad Saatchi & Saatchi. Es uno de los coleccionistas más reputados: colecciona tantas obras de arte como matrimonios (va por el tercero ya). La nueva hornada de artistas elegidos por el galerista y publicista poco o nada tiene que ver con la irreverente generación que aupó a lo más alto a Damien Hirst y Tracey Emin, cuya cama deshecha, manchada y salpicada de preservativos dio la vuelta al globo. La expectación por la exposición subió enteros cuando se supo que se preparaba una segunda entrega con artistas afincados en Reino Unido y que se había dejado ver en una primera muestra presentada en Moscú. La pregunta era si el terremoto que ocasionó trece años atrás «Sensation» (septiembre de 1997) sería de nuevo posible; sin embargo, Saatchi ha dejado claro que no busca copias. Sólo 21 años«Newspeak: British art now. Part I», que así se llama la que abre sus puertas hoy, es un mundo completamente distinto. Ahora no se presenta a un grupo que pueda etiquetarse bajo una misma marca. Muchos han querido llamarles MABAs (Middle-Aged British Artists), en referencia al famoso Young British Artists (YBAs) de «Sensation»: los artistas no se conocen entre sí, no comparten estética, ni sentido del humor, edad o experiencia. Algunos han ganado ya varios premios, como Goshka Macuga, que tiene en su poder un Turner, y otros, por el contrario, aún están en las aulas, como la jovencísima Eugenie Screase, de 21 años, que ni se parece a Emin ni quiere parecerse: «No me gusta que se trate a los artistas como seres superiores cuya cara tiene que aparecer en los periódicos. Lo que importa son las obras», matiza a LA RAZÓN. La muestra acoge una amalgama de obras de estilos, formatos y técnicas diversas entre las que predomina –y esto también es una diferencia con el grupo anterior, en el que dominaban instalaciones y esculturas– la pintura. Todo ha cambiado, pero el olfato innato del coleccionista para saber dónde hay talento permanece intacto y se demuestra con la ele- cción de uno de los montajes más impresionantes, la obra del alemán John Wynne, el veterano del conjunto, con 53 años. Se trata de una escultura sonora realizada con 300 altavoces estéticamente amontonados y conectados a un piano, que emite notas y ecos gracias a un mecanismo que funciona mediante un aspirador.Rebecca Wilson, mano derecha de Charles Saatchi y directora asociada, tiene claro que había una razón para una segunda entrega, un nuevo vistazo al último arte británico: «La misión de la galería Saatchi es mostrar los trabajos de una nueva generación, y ese recambio existe. Londres sigue siendo un centro puntero en cuanto a la creación contemporánea y parte de los trabajos más interesantes están saliendo de aquí», y explica que es el propio Saatchi quien recorre galerías en busca de lo que se cuece, visita los estudios de los artistas, se mete en sus talleres y olfatea dónde está el creador que dará que hablar. Cuando se le pregunta por los criterios de selección, señala que, a priori, no existen: «No se deja tentar por un soporte o por otro y suele fijarse en los artistas emergentes, aquellos que aún no tienen una galería detrás que les avale». Es decir, que pone sus ojos antes de que el nombre del artista robe titulares (¿cuántos había acaparado Hirst antes de 1997? ¿Cuántos ha ocupado desde entonces?). Hermanos mayoresEn cuanto a los soportes en los que trabajan, hay de todo, fundamentalmente pintura, y dice al recordar la emblemática exposición de 2000 que «el afán y deseo de aquellos entonces jóvenes era provocar, buscar la controversia, no dejar indiferente. Esta nueva generación "Newspeak"se mueve dentro de unos parámetros más amplios, su espectro ha crecido con respecto a sus hermanos mayores. No existe un tema, por otra parte, que los una». No se quiere pillar los dedos Rebecca Wilson cuando se le interroga por los sustitutos de Damien Hirst y Tracey Emin: ¿están entre las paredes de la galería? Ella, con enorme diplomacia, no quiere elegir a éste o aquélla, aunque comenta que «indudablemente algunos de ellos alcanzarán reconocimiento internacional, ganarán el premio Turner e incluso los grandes museos les dedicarán retrospectivas». Sobre lo que supuso «Sensation», en 1997, echa la vista atrás y recuerda que «aquellos años, finales de los 90, fueron inusuales para la creación, tanto que probablemente no se vuelva a repetir lo que vivimos en varias generaciones. Se dio una convergencia de estudiantes y profesores alrededor de una escuela, Goldsmith, que compartían preocupaciones similares por el tipo de arte que creaban y que supieron focalizar la atención a la hora de entender su manera de crear. Las cosas han cambiado mucho, sobre todo en el tema de marketing, pues artistas como Damien Hirst fueron capaces de atraer a los medios con el fin de potenciar su trabajo. Fue un tiempo, también, en el que se produjo una efervescencia impresionante, y bastantes de quienes entonces despuntaron llegaron a un reconocimiento internacional de manera casi fulminante».Con el olfato que caracteriza a Charles Saatchi, no es raro que dentro de unos años (o quizá menos), jóvenes como el argentino Pablo Bronstein, con un conjunto de dibujos arquitectónicos en el reverso del caos, Barry Reigate, que presenta un cuadro poblado de personajes animados como Mickey Mouse o Donald, cuya lectura es más ácida que infantil; Goshka Macuga, polaca cuya pieza que representa a una mujer suspendida entre dos sillas ya ha ocupado su espacio en los tabloides británicos; y Ryan Mosley, por citar sólo unos cuantos, puedan copar los primeros puestos en el panorama artístico.Dentelladas de HirstLos jóvenes artistas británicos (YBAs, en siglas inglesas, Young British Artist). Así se denominó a esa generación inclasificable liderada por Damien Hirst y de la que formaban parte los hermanos Chapman, Tracey Emin y Rachel Whiteread, entre otros talentos. La imagen del tiburón en formol (arriba) dio la vuelta al mundo y proporcionó a Hirst fama mundial. Saatchi y «Sensation» auparon a estos chicos, de cuyas espaldas ha colgado durante años el cartel de «chicos malos del arte». Hoy son quienes abrieron fuego. Han pasado trece años.
DÓNDE: Galería Saatchi. Londres. CUÁNDO: hasta el 17 de octubre.CUÁNTO: Gratuita
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