Europa

Comunidad de Madrid

El fuego calcina un área como Navarra en 10 años

Cada año, en España se quema una superficie similar a la isla de La Gomera. Este verano, al haber más «pasto» potencial para arder, urge extremar la precaución. Pero el problema se hará mayor a lo largo de la década, ya que se registrarán más grandes incendios forestales al contar con más biomasa continua por la modificación de uso de suelo y a esto se le suma el cambio climático como telón de fondo

El fuego calcina un área como Navarra en 10 años
El fuego calcina un área como Navarra en 10 añoslarazon

En la última década, el fuego en España ha calcinado 1,2 millones de hectáreas; es decir, una extensión equivalente a la Comunidad Foral de Navarra o a la Región de Murcia o más que la Comunidad de Madrid. De hecho, «cada año se quema un área equivalente a la superficie de la isla de La Gomera», explica Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF, durante la presentación, el pasado miércoles, del informe «Recuperando bosques o plantando incendios».

En este análisis sobre el futuro de los grandes incendios forestales (los que devoran más de 500 hectáreas de extensión) en España, la organización conservacionista WWF denuncia que reforestar sin control es plantar nuevos fuegos. De hecho, si bien en entre el periodo 1994 y 2007 la superficie forestal se ha incrementado en 1,54 millones de hectáreas, el fuego ha quemado en esos mismos años 2,1 millones de hectáreas (0,8 millones arboladas). Los mecanismos de extinción de incendios han demostrado ser muy eficaces en el último decenio. En el 70 por ciento de los casos, los fuegos son controlados antes de que las llamas calcinen una hectárea de extensión; es decir, cuando son conatos.

La tendencia demuestra que se aprecia un aminoramiento en el número de siniestros y en la superficie total afectada por el fuego. En cambio, los GIF, los que son cinco veces el tamaño del madrileño parque del Retiro, no sólo no disminuyen, sino que van en aumento en número y en devastación. «Así, aunque apenas suponen un 0,2 por ciento de los incendios, en ellos arde de media el 34 por ciento de la superficie calcinada por las llamas año tras año, desde 1999 a 2008. En 2009, la cifra llegó al 50 por ciento», afirma el ingeniero forestal Félix Romero, responsable del Programa de Bosques de la organización WWF. Este verano, más vegetación En cuanto a si este año habrá o no más incendios, lo cierto es que no hay un estándar que ratifique esto. «No se puede decir si van o no a registrarse más incendios forestales este verano. Cada año varía», asegura Romero.

«En un año seco con condiciones climáticas peligrosas (viento, temperaturas elevadas y humedad relativa) –prosigue el experto– hay mayor riesgo de incendio forestal. Entonces, el fuego puede empezar en marzo y acabar en el mes de octubre. Si llueve como este año hasta julio, el riesgo de incendio se pospone mientras se registren precipitaciones. El problema es que cuando deja de llover al haber más vegetación, sobre todo pasto y vegetación fina (hierba), de darse condiciones climáticas adversas habría más "pasto"que se podría quemar».Un futuro más adversoEste mismo problema persistirá, según el citado informe, al menos, durante esta década, años en los que habrá más y mayores grandes incendios forestales. Lo confirman desde el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM). «Con el telón de fondo del cambio climático y el uso actual del territorio, en el futuro habrá más incendios forestales que hoy. Cada vez hay más masa forestal y ésta es más continua, lo que de haber un incendio haría que las llamas se extendieran», declara José Jiménez, director general de Medio Natural y Política Forestal. Jiménez no concreta en qué porcentaje podrían aumentar los incendios. Pero explica la regla de 30-30-30. Es decir, «si la temperatura supera los 30º C, el viento alcanza una velocidad de más de 30 kilómetros por hora y hay menos de 30 por ciento de humedad relativa, entonces la situación es muy complicada», detalla. «Si sólo tenemos en cuenta el factor de la temperatura –que según se prevé va a subir al menos dos grados centígrados–, el riesgo de incendio forestal se incrementará entre un 10 y un 15 por ciento», añade Jiménez.

Este porcentaje podría incluso aumentar con el incremento de la temperatura media entre 3 y 4º C en invierno y entre 5 y 7º C en verano en la península Ibérica para finales de siglo, tal y como prevé el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Y si además se une la disminución de los chubascos estivales que predice la Agencia Europea de Medio Ambiente de hasta un cinco por ciento por década en el sur de Europa (en España hasta un 20 por ciento, según otras fuentes), el panorama de futuro es por tanto, al menos, preocupante.

De hecho, no sólo las proyecciones climáticas, sino los datos observados ya en los últimos años evidencian un recrudecimiento de las condiciones meteorológicas en el Mediterráneo, que podrían derivar en incrementos muy significativos del periodo de riesgo de incendios.De sumar orografías adversas a los factores antes descritos, la situación se complica más todavía, ya que los equipos de extinción tienen serias dificultades para llegar a la zona donde está el fuego.

Ahora bien, mientras que para WWF los planes de gestión del monte resultan claves para conseguir reducir los grandes incendios forestales, Jiménez, en cambio, considera que, como los planes de gestión están más dirigidos a la producción de madera, esto hace que haya tan poca superficie con ordenación del monte en España, ya que no tiene este cometido. El problema es que no tiene éste ni ningún otro cometido, ya que la mayoría de las zonas rurales del país está despoblada, con los problemas que eso conlleva. «Los grandes incendios forestales son el síntoma más evidente de un espacio rural enfermo», asegura Del Olmo.

«Llevamos unas décadas de abandono del medio rural –prosigue– y cuanto más se tarde en actuar, mayor será la dificultad de corregir esta situación». «Estos incendios forestales nos muestran que tenemos que crear otro modelo que valore los servicios medioambientales, los sociales y los económicos de los bosques», concluye Del Olmo. De ahí, que desde WWF demanden un Pacto de Estado por los Bosques.