Trípoli
Gadafi cercado quiere negociar
En Trípoli, la llegada de la noche es sinónimo de terror. Las patrullas de las milicias recorren las calles y disparan. Aun así, cada vez son más los barrios adheridos a la rebelión. Muamar Gadafi y los suyos, encerrados en su amurallado cuartel general, apenas controlan el centro de la ciudad.
Tal vez por ello, anoche, Said al Islam, el hijo elegido por el coronel para sucederle, ofreció negociar una salida pactada, con reformas sociales y políticas que eviten la continuación de la guerra. Afirma que, hasta ahora, sus fuerzas «se están conteniendo», lo que suena a amenaza.
Pero no ha obtenido respuesta de la oposición triunfante. Cada día se conocen más localidades en las que la denominada Revolución del 15 de Febrero ha triunfado y que pasan a estar bajo el control de los opositores a Gadafi, que se muestran más convencidos de que éste tiene las horas contadas. Ayer fue Kufra, en el sureste de Libia, después de cuya liberación se puede decir que todo el este del país, de norte a sur, está en manos de los revolucionarios, tal y como aseguró uno de éstos a LA RAZÓN en la ciudad de Bengasi, principal ciudad oriental y segunda de Libia.
Bengasi y Trípoli son los principales núcleos poblados del país y en estos momentos representan las dos Libias: la primera, donde el régimen cayó hace una semana y donde ya se trabaja para construir una nación nueva; y la segunda, la capital, bastión de Gadafi y territorio fundamental para su supervivencia. De hecho, al cierre de esta edición, el ex ministro de Justicia libio Mustafa Abdulyalil anunció que la oposición formará un gobierno de unidad nacional integrado por civiles y militares y que se celebrarán elecciones democráticas en tres meses.
Cuando caiga Trípoli, lo hará Gadafi, y en el este liberado aseguran que falta muy poco para ello. «No hay vuelta atrás, Trípoli caerá en algún momento», asegura Yalal, miembro de la organización revolucionaria de Bengasi. Según cuenta, la capital no puede quedar aislada del resto del país, que está poco a poco escapando al control del coronel: «Cuando toda Libia sea libre, tomaremos Trípoli. Gadafi no puede resistir en la capital para siempre». El dictador libio se encuentra atrincherado en el barrio de Bab al Aziza, situado cerca de la plaza Verde, en el centro de la ciudad, donde se encuentran sus cuarteles generales y los principales edificios gubernamentales. Precisamente, ayer Francia, en medio de la crisis, cerró su Embajada gala en Trípoli y evacuó a todo el personal diplomático, incluido el embajador.
Sus fuerzas protegen a Gadafi, pero ya no tiene mucho margen de maniobra, a pesar de que sigue atacando el resto de áreas de la capital, donde sus milicianos siembran el terror. Un vecino de Bengasi con familiares en Trípoli explicó a este diario que sólo pueden moverse en las calles niños y mujeres, porque todo hombre que sale de su casa se arriesga a que le disparen, especialmente los jóvenes, sospechosos de ser manifestantes. Esto complica mucho la organización y acción de los revolucionarios, que son reprimidos a tiros.
Desde Cirenaica (la región oriental en manos de la oposición) están saliendo grupos de voluntarios hacia la capital como refuerzo, aunque las nuevas autoridades aseguran que son espontáneos y no están siendo dirigidos u organizados, y aun así sus acciones se mantienen en secreto. «Son menores de 30 años. Simplemente quieren ir a luchar por la libertad, porque no tienen nada que perder y están dispuestos a sacrificar su vida», asegura Yalal. No han recibido un entrenamiento ni instrucciones específicas, sólo ofrecen su fuerza y la experiencia que han adquirido en la batalla por el este.
Para ello, deben recorrer más de 1.000 kilómetros, y lo tienen que hacer por el desierto para no pasar por la ciudad de Sirte, pueblo natal de Gadafi, en el que se han producido combates pero que sigue bajo el control del régimen. Según las autoridades revolucionarias, son muchos los opositores en Sirte pero están peor equipados que las fuerzas leales a Gadafi. Fathi Tarbul, un abogado proderechos humanos que se ha convertido en la cabeza visible de la revolución en Bengasi, aseguró que el sátrapa controla actualmente el 15% de este país rico en petróleo.
Tarbul, que fue encarcelado y torturado por el régimen, explicó que existe coordinación con las fuerzas rebeldes en las áreas todavía bajo control de Gadafi y que desde el este se está colaborando con Trípoli, pero no quiso ofrecer más detalles sobre la estrategia. «Gadafi ya no tiene a nadie que le respalde, el pueblo le ha abandonado y el Ejército está con nosotros», declaró Tarbul, pero es poco probable que los militares, muchos de los cuales desertaron en los primeros días de las revueltas, tomen un papel activo en el derrocamiento definitivo del dictador.
El ejército libre de Bengasi aseguró ayer que su misión en estos momentos es proteger la ciudad y que no participará en los combates en el oeste, donde Gadafi se ha aferrado al poder «junto a sus más íntimos aliados», según Tarbul, mientras el resto del país ya le ha dado la espalda.
Así empezó todo
El 15 de febrero, a las tres de la tarde, agentes de Policía allanaban la casa del abogado Fathi Tarbul, en Bengasi, y se lo llevaban detenido. Era la séptima vez que este hombre, defensor de los familiares de los 2.000 presos asesinados por Gadafi en la cárcel de Abu Salim, en 1996, acababa entre rejas. Pero algo ocurrió: miles de personas comenzaron una protesta y se enfrentaron a la Policía. Y aunque fue liberado de madrugada, ya era tarde para el régimen. La revolución estaba en marcha.
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