Sevilla
Iván Fandiño sin tregua en el camino
Las Ventas (Madrid). Tradicional Corrida de la Prensa. Se lidiaron toros de El Montecillo, desiguales de presentación. Rajado, el 1º; con clase y soso, el 2º; rajado e imposible, el 3º; 4º y 5º, sin humillar y descastados; bueno por el derecho sin rematar, el 6º. Casi lleno.-El Cid, de azulón y oro, estocada trasera, tres descabellos (silencio); pinchazo, estocada, dos descabellos, aviso (silencio).- César Jiménez, de rosa y plata, estocada, aviso, descabello (palmas); tres pinchazos, media (silencio).-Iván Fandiño, de malva y oro, pinchazo, media, aviso, descabello (silencio); estocada desprendida (oreja).
De pura carambola salió Rafael Agudo ileso. Picaba al sexto, primer envite, y Rafael le marcó en el sitio perfecto al toro. Arreó El Montecillo, sacudió al caballo y del tándem el picador fue perdiendo sitio hasta caer encima del toro. Agarrándose al pitón, alarde estético incluso, logró poner pie a tierra. Un milagro. El otro fue que la gente aguantara en la plaza hasta la salida del sexto. El animalito (ironía) tenía además de sus 600 kilos y sus pitones bien puestos, casi los seis años. La mayoría de edad la había alcanzado hace siglos, o más. En cambio fue el toro que más se movió. Incluso el único que se movió. Así estábamos... Cuando el vecino de localidad se pone a mirar al tendido, malo. Iván Fandiño cerraba su tarde. La ambición la tiene marcada en la cara. Y sembró una vez más. Un pasito más de ese camino sin tregua. Se puso a torear, no a probar, no a dar vueltas, a torear por la derecha nada más empezar. Calentamiento cero. La máquina a pleno rendimiento. Y fraguó una buena tanda. La siguiente desde la sala de prensa nos la tuvimos que imaginar, perdimos la señal de la televisión. Comprometidos con la hora de cierre del periódico, huimos en busca de material, de ruedo. Nos reencontramos con un Fandiño al natural, seguro, con ese aplomo que contagia al tendido. Se tiene la certeza de que la ruta que tome el toro es invariable al aplomo del torero. Y por el izquierdo fue menos claro el montecillo, más irregular, Fandiño, que parece sacar cada tarde sólo el billete de ida, aguantó. Se quedó en el sitio y abundó por ese pitón. Cuando retomó la diestra el toro ya remoloneaba. Fue astado con movilidad pero sin acabar de rematar, sin final. La estocada a la primera, una de una, y de rápido efecto hizo fuerza para pasear ese trofeo.
Sigue sembrando Fandiño, rozando el límite, respetando sus principios, comprometiendo su integridad. Y sin acomodarse: dos toros de Adolfo Martín le esperan en Madrid antes de que Las Ventas vuelva a ser sólo plaza de domingos.
Con el tercero anduvo inteligente el breve espacio de tiempo que el toro le dejó. No empujaba el montecillo, pero engañaba con la inercia en las dos primeras arrancadas. Por ahí quiso Fandiño ganarle la batalla, pero antes del primer asalto, el toro se rajó. Para poner fin al despropósito se puso andarín, al hilo de las tablas y difícil para meter la mano.
La corrida de El Montecillo decepcionó. Y en la suma de lo que llevamos de San Isidro empieza a preocupar. Podium desierto. Sin premios. Del sexteto fue el segundo el que tuvo clase. Descolgaba mucho la cara en el viaje y tenía dulzura, pero tan justo de brío que arriba no llegaba nada. César Jiménez tenía en la tarde de ayer en Madrid una oportunidad. Este año le ha salido caro aliarse con el G10 para la negociación de los derechos de imagen. El resultado: la no contratación. Ayer se las vio con ese segundo, tan dulce como soso, y quiso ante las protestas de un sector del público, pero la faena no cuajó. El quinto fue mirón, cambiante, complicado y poco pudo dejar Jiménez además de la voluntad.
El Cid no tuvo ayer lote. Así fue. Se rajó antes de que empezara la historia el primero y el cuarto, que era más que toro mastodonte, no tuvo ni un ápice de clase ni humilló. Paso discreto, austero, sin desentonar.
Menos mal que esa estrategia mental que tiene trazada Iván Fandiño y labrada en un buen puñado de años a la espera, nos salvó la tarde. Y qué puñetera tarde.
Primer paseíllo de Manzanares y Talavante
José María Manzanares y Alejandro Talavante harán esta tarde su primer paseíllo en esta Feria de San Isidro. Ambos regresan a la plaza que les vio salir a hombros la temporada pasada y llegan con expectación tras su paso por Sevilla, después de abrir la Puerta del Príncipe, el alicantino; y cortar sendas orejas, el extremeño. La terna la completa el torero francés Sebastián Castella, que también paseó un trofeo en el ciclo madrileño la temporada pasada, y es un valor seguro, muy del gusto del aficionado, en Madrid. Las reses lucirán las cintas de la ganadería madrileña de Victoriano del Río.
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