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Información y juego por Agustín García Calvo
Aquí está de vuelta mi sobrino el Serio con su problema. –Pasa, pasa, Tuco. ¿Qué hay? ¿Echamos un canutillo? –No te me escurras, tío. Ya sabes a lo que vengo. –Claro, hombre, y a eso te espero. A ver: lo que te encocoraba es que no te dejan seguir por radio una tirada de fútbol porque te la zurcen y entremeten de comentarios que no tienen nada que ver con el juego. –Eso. –Y me decías que tampoco por la televisión te dejan: ¿cómo es eso? –Pues lo mismo, tío: que ahí también, sea lo que sea el partido de aburrido o de emocionante, de vez en cuando los operadores te desvían la vista y la atención, a las gradas o la tribuna por ejemplo, enfocándote jetas y gestos de señores, seguro que ilustres pero que no pintan nada, o locutores tan enteraos y doctos de los intríngulis de equipos e historia que, mientras tú estás tratando de dejarte llevar por lo que pasa en el juego, te machacan con una sarta de informaciones que… –Ya. Me voy oliendo que con esto de hablarme de fútbol querías llevar lo de información a otro campo, ¿no?, al político tal vez. –Pues sí, tío. Mira: yo, como sabes, he estado enredao con los que llaman del 15-M desde cuando no sabían ni cómo se llamaban, y luego… –Que te has ido separando de ellos. –Ellos de mí, tío: a la mayoría les importaba hacer cosas que fuesen noticia de tele y prensa y ver las caras de los del Poder en vez de seguir haciendo algo contra el mismo, y luego la ristra de artículos y libros sobre el 15-M examinando lo que era y lo que valía, como historia o como los forenses un cadáver. –Lo siento, chico. Ya: que también ahí la información se come el juego. –Eso. –Oye; ¿y si fuera como algunos físicos y los fotones, que la acción y la información son lo mismo? –Déjame de cuentos chinos, tío: lo que me estruja es ver que a la mayoría no les importa lo que esté pasando, que prefieren que les informen en pasados o futuros. ¿No son así casi todos? –Así le gustan al Señor; así es el mundo, chaval; y, si no te gusta, ya puedes irte por ahí a fabricar otro. –A eso me voy sin más; y tú quédate con Dios, tío.
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