Turquía
Gasol: «He jugado con Obama al baloncesto y lo hace bastante bien»
No pierde la paciencia al explicar por millonésima vez su renuncia a la ÑBA aunque admite su gusanillo. Pero le resulta imposible: el cuerpo es su instrumento de trabajo y debe cuidarlo. Ahora tiene la cabeza puesta en acompañar a los suyos en Turquía, acercar al telespectador las proezas de sus compañeros en la cancha e intentar mejorar para lograr el tercer anillo en la liga americana. El gigante no para de crecer; también en la distancia corta de una charla.
-Me ha costado más de un año conseguir esta entrevista.
-(Risas) Bueno, aquí me tienes. En la vida todo es esfuerzo.
-En la NBA se juegan cientos de partidos; ¿cómo se llega a fin de curso?
-Contento, porque hemos logrado buenos resultados y el éxito ha estado de nuestra parte.
-En Serbia y Polonia ya ejerció de comentarista; ¿una vez más frente al micrófono en lugar de saltar a la cancha?
-Es una manera de estar con el equipo. Acercando al telespectador al juego de mis compañeros. He tenido que renunciar al Mundial porque llevo unos años con cientos de partidos y tiene un coste. Esta temporada tenía que parar tras la carga de todos estos años.
-¿El éxito del fútbol español en el mundial exige más al baloncesto?
-No. Nos ha emocionado a todos, porque es histórico, pero no es presión.
-Primer español en lograr dos anillos de la NBA. ¿Qué hace para que no se le suba a la cabeza?
-Manteniendo los pies en el suelo, sabiéndolo disfrutar y estando agradecido. A veces pienso que me voy a despertar y que lo que ha sucedido no es real.
-Quiere dar un salto de calidad, porque cree poder ser mejor todavía. ¡Como no se salga del mapa!
-Siempre se puede. No me gusta ponerme límites y desearía seguir creciendo.
-¡Físicamente, no, por favor!
-(Risas) En serio: desearía seguir avanzando hasta que ya no pueda dar más.
-¿Qué siente cuando dice Obama que usted es el mejor pívot de la NBA?
-Un halago de un grande, viniendo de un político cuya posición es imposible que sea más alta.
-Por cierto, ¿llegó a jugar con él?
-Sí, he jugado alguna vez. Y es bueno, zurdo... Lo hace bastante bien.
-Ha grabado la canción «Get It Together» para recaudar fondos para Unicef y ha hecho donaciones tras el terremoto de Haití.
-Es importante ser agradecido y trato de no perder esa máxima. Darle a la vida un poco de lo mucho que ella me ha dado a mí. Es bueno que los afortunados nos comprometamos.
-Los niños, mi sobrino Iván incluido, se miran en usted, quieren ser como usted.
-No es en mí, sino en los ideales que el deporte representa. Pero, claro que noto el cariño de la gente, de los chavales en particular.
-Si cumpliera su sueño de acabar medicina, ¿qué especialidad elegiría?
-Me gustaría trabajar en laboratorio, en investigación.
el músculo más importante
-«De lo que llaman los hombres/ virtud, justicia y bondad/ una mitad es envidia/ y la otra, no es caridad», decía su admirado Machado. ¿Qué sienten hacia usted?
-La envidia es mala y cada uno, desde su posición, debe intentar luchar por tener una vida mejor, pero sin envidiar a nadie. Ser feliz con lo que se tiene. Sin avaricia ni envidia. Me siento afortunado por la vida que tengo, de haber tenido la suerte de tener talento para saber jugar al baloncesto y eso me ha abierto puertas, pero nunca miro hacia fuera ni envidio a nadie.
-Su apodo era «la pantera rosa». ¿Quién era su enemigo?
-Eso era de jovencillo. También «Gasofa» y «ET». Todos teníamos un mote.
-Allende los mares decían que era blando, hasta que Vecsey matizó: «Que era elegancia»... ¿No será que ha inventado una manera de jugar como Adrià con su cocina deconstruida?
-Intento jugar lo mejor que sé y acorde a mi personalidad y mis posibilidades. Cuando juegas bien te llueven elogios y cuando no lo haces tan bien, te critican. No les presto mucha atención ni a las palmadas excesivas ni a las críticas destructivas, porque yo soy mi peor crítico.
-Dicen que, más que con sus dos metros, juega con la cabeza. ¿Cómo entrena ese «músculo»?
-Lo dice también Nadal. Es el músculo más importante y precisa madurez, confianza, agresividad en el juego. Pero no sólo en el deporte, sino en la vida.
-En lugar de que la fuerza os acompañe, ¿hay que pedir que las lesiones los respeten?
-Sí. Sin duda. Protegerte de las lesiones inherentes al deporte. Son gajes del oficio.
-Un tipo tan poco vanidoso como usted, ¿cómo lleva la «gasolmanía» de «Gasollywood»?
-De veras que no le doy mucha importancia. Me halaga y soy una persona agradecida, pero sólo quiero jugar bien. Si la gente me quiere y admira mi trabajo, mejor. Pero no me distrae.
-¿En qué ocasiones le gustaría tener la complexión de Alfredo Landa?
-Cuando voy por la calle o estoy en un sitio público. ¡Es imposible pasar inadvertido! Dos metros quince me hacen ser poco discreto. Pero no se puede tener todo en la vida; gracias a mi complexión he llegado donde estoy.
-¿Y se bota mejor con la derecha o con la izquierda?
-¿Con «b» o con «v»? (risas). Intento manejarme bien con las dos manos. Sólo así el juego es más completo y peligroso.
-¿Cómo ha visto a España, durante este duro invierno, desde el otro lado del charco?
-Un poco triste al seguir las noticias de la crisis. Hay gente que lo está pasandomuy mal; mucho paro... Y me sabe muy mal. Porque España es uno de los países donde mejor se podría vivir, con una calidad de vida excelente... Me duele, claro.
-Dicen que cuando usted no juega su hermano Marc se crece y deja la «marca Gasol» muy alta.
-Cuando yo no juego, indudablemente tiene más responsabilidad, más protagonismo y más minutos y le permite jugar con más soltura y producir más. Estoy feliz de que Marc se haya convertido en el grandísimo jugador que es.
-¿En qué ocasiones hay que meterla –con perdón– antes de que se la metan a uno?
-Si puedes, siempre, ¿no? (risas). Antes de que te la metan... métela tú ¿no? Pero en la vida no, en la cancha.
-¿Qué les va a decir a sus compañeros en el vestuario antes de que salgan a por el mundial?
-Ojalá que lo ganen y pueda abrazarlos y darles todo mi cariño y respeto.
-Gracias, Pau, es usted realmente grande.
-No me digas eso, por favor... Gracias a ti.
Sólo con el esfuerzo basta
Pongo en tela de juicio a los «coach». El de Sant Boi tiene tanta templanza que podría ganarse la vida dando clases magistrales de coherencia y bonhomía, porque es de una humildad que abruma. No son sus dos metros quince lo que te hacen pequeño a su lado, sino su grandeza.
Me vienen a la cabeza sus padres: dos hijos tocando cima en la cancha. ¡Debe superar cualquier expectativa como progenitor! No pierde comba en incidir sobre la situación de los niños africanos ni en su fortuna de poder vivir de lo que mejor sabe hacer, más allá de cualquier reconocimiento. Como decía una oración de Taizé: «Nada le turba y nada le espanta, porque –y malversando el mantra cristiano– sólo su esfuerzo basta».
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