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Tirarse de los pelos por Paloma PEDRERO
«Estaba que me tiraba de los pelos», decimos coloquialmente, cuando queremos expresar rabia e impotencia. Pero, a través de una querida y joven amiga, he descubierto que hay personas, millones de personas en el mundo, que sufren una enfermedad psíquica que consiste en eso, arrancarse cabellos e, incluso habitualmente, comérselos después. Este trastorno se llama tricotilomanía y, como de casi todos los males del magín, poco se sabe de él. Dicen que en muchos casos comienza en la infancia, pero claro, no en una precisamente feliz. Suelen ser niños de sensibilidad grande que ven y viven situaciones duras en las que nada pueden hacer. Mi amiga me cuenta que ella cree que todo viene de un sentimiento de culpa. Que los niños, centro del mundo por naturaleza, cuando ven sufrimiento en su familia o relaciones tormentosas entre los padres, además de sentir dolor asumen la responsabilidad. Por eso se castigan. Arrancarse los pelos, a veces de las cejas, pestañas y pubis, lleva consigo además una tremenda vergüenza. Sus calvas les delatan ante los otros, por lo que, cuando tienen crisis, muchos dejan de salir a la calle. Es tremendo pensar en el carácter tan autodestructivo que tenemos los humanos. Porque casi todos nos hacemos daño físico de alguna manera. Unos comiendo demasiado, otros bebiendo, o fumando, o tomando pastillas o enganchándonos a cualquier extravío. Hay cientos de fobias resultado de esta falta de amor propio que caracteriza a la especie. Yo, que tengo las mías, siento mucha empatía con la gente que en vez de agredir al prójimo la toma consigo misma. Pues estos pobres seres que se arrancan los pelos no saben a dónde ir, qué tratamientos hacer. La psiquiatría en la Sanidad Pública sigue siendo muy precaria y los tratamientos en la privada muy caros. Parece que se están obteniendo resultados con hipnosis. Ver, intentar llegar al corazón del problema; al origen de la tremenda frustración e impotencia que debió sentir ese niño o esa niña para tirarse literalmente de los pelos hasta arrancárselos. Hasta comerse a sí mismos.
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