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«La invención de Hugo»: Bella resurreción del cine

Director: Martin Scorsese. Guión: John Logan, según la novela de Brian Selznick. Intérpretes: Asa Butterfield, Ben Kingsley, Sacha Baron Cohen. EE UU, 2011. Duración: 126 min. Familiar.

«La invención de Hugo»: Bella resurreción del cine
«La invención de Hugo»: Bella resurreción del cinelarazon

«La invención de Hugo» es la historia de un movimiento. El que acaricia a un niño y le obliga a soñar, y filma su sueño. El que hace nacer al cine de un solo golpe, y allí está lo posible contra lo imposible, pero la lucha no es tal, porque se convierte en un beso. Es la historia de una tensión, que ha durado toda la historia del cine, y que, en verdad, se resolvió en sus orígenes, cuando los Lumière y Méliès convivían en las salas, y un tren salía de la chistera de un túnel y un cohete se clavaba en el ojo de la luna. Magia y documental son lo mismo, y Scorsese, que sigue brincando de uno a otro, quiere recordárnoslo en estos tiempos de trucos que violentan la realidad del espectador para devolverle algo más real aún.

¿Scorsese en 3D? Tacharlo de oportunista sería mezquino: desde ahora «Avatar» no es más que un salvapantallas de todo a cien. «La invención de Hugo» demuestra que el 3D modela la mirada, la esculpe en el vacío para que miremos, aunque sólo sea una vez, con ojos nuevos. El 3D nos convierte en niños. Es la mirada infantil de Hugo detrás de sus relojes, detrás de los mecanismos que dan cuerda al mundo, la que ordena el universo de una estación de tren, la que observa cómo un juguete roto encuentra el amor en una florista chapliniana. Es el demiurgo que busca respuestas pero se deja maravillar por las preguntas: es la inocencia de una nueva imagen que conoce lo que la precede como la palma de su mano. Scorsese es consciente de que, sin los primeros planos del Dreyer de «La pasión de Juana de Arco», nunca habría podido filmar los primeros planos de «La invención de Hugo». Dreyer rodaba en 3D sin saberlo, y Scorsese recoge sus paisajes faciales, explota su emoción panorámica.

¿Scorsese vendiéndose a las exigencias del mercado para todos los públicos? ¿Scorsese firmando una película familiar? Su familia es el cine, y el cine es de los soñadores. Todos los personajes de su obra lo son un poco: el Travis Bickle de «Taxi Driver», Jesucristo, Hugo. También son solitarios que se reconfortan en su reflejo especular, en las imágenes que se mueven. En «La invención de Hugo» son «El hombre mosca» o los trucajes de Méliès, ese hombre que lo quemó todo pero resucitó. Y la última película de Scorsese es precisamente eso, la historia de la bella resurrección del cine.