Deportes
De luto todos por Julián GARCÍA CANDAU
Es verdad incontrovertible que el deporte español está de luto.
Y no sólo en la parcela del golf. Se nos ha ido Severiano Ballesteros. Seve, admirativamente apodado en medio mundo y especialmente en el anglosajón, representaba algo más que un deportista genial, un gran campeón, una figura respetada y admirada. Era mucho más que todo eso. Se le pondría calificar, metafóricamente, como el inventor del golf en España, y nadie lo cuestiona. Por delante hubo otros hombres importantes, como su pariente Ramón Sota, pero la gloria solamente la alcanzó él y nos la regaló.
A Seve le dolía que su deporte no estuviera nunca en las primera páginas de los periódicos. Lo consiguió desde Inglaterra, desde donde nos lo descubrieron, ganando el Open Británico, el más importante torneo de Saint Andrews, y venciendo a los mejores jugadores del mundo en el Masters de Augusta. Severiano no buscaba los aplausos solamente para él, sino que reclamaba importancia para el golf en un país en el que, salvo excepciones, practicaba el monocultivo. No tenía tratos de favor con los medios y se encocoraba en ocasiones. Sin embargo, apreciaba la importancia que tienen para la potenciación de una disciplina deportiva que, gracias a su constancia, acabará siendo olímpica. Me pidió en cierta ocasión un favor, se lo hice y me respondió con una carta cariñosa. No era un individuo endiosado. No era de los que creía que estaba por encima del bien y del mal y por ello había que complacerle.
Seve se nos ha ido y, en mi opinión, todo el deporte español debería guardarle luto este fin de semana. Empezaron ayer los equipos de fútbol con brazaletes negros y minutos de silencio. Las gentes del fútbol reaccionaron a tiempo y mostraron sensibilidad suficiente para despedir, con miles de aficionados en las gradas, a quien fue también un gran seguidor del fútbol.
Severiano fue barcelonista y se sumó en ocasiones a espectáculos benéficos en el Camp Nou, en los que su presencia animaba a que los ingresos fueran superiores. Últimamente se había involucrado en la lucha contra el cáncer. Hace un mes, en un buen número de campos de golf españoles, se disputaron torneos entre aficionados cuyas recaudaciones fueron destinadas al mismo proyecto benéfico.
Severiano aportó al golf nuevas técnicas. Fue impulsor de mejoras tanto en la práctica como en la enseñanza. Colaboró en el diseño de campos y su maestría con hierros y maderas en las manos sirvió de enseñanza a miles de practicantes en todo el mundo. No le quedó ningún torneo importante por ganar. Repasar su biografía constata el porqué del prestigio mundial que siempre gozó. Su historial está a la altura de los más extraordinarios golfistas del mundo. Supo ser incluso capitán europeo en la Ryder Cup que, con él, dejó de ser un torneo estadounidense.
Entre grandes estrellas era capaz de dar un consejo que había que tomar en cuenta. Poseyó un «swing» envidiable y no hubo golpe que no ejecutara con perfección. Era, además, atrevido para imaginar soluciones inverosímiles. No se contentaba con la potencia. Se valía de sutilezas propias de los genios. decía de sí mismo que practicaba su deporte como un artista.
En golf, el más grande.
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