Andalucía

OPINIÓN: El desalentador diagnóstico del informe PISA

La Razón
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El informe PISA en Andalucía no es noticia por los resultados si no por que éstos se mantienen casi inalterados desde el año 2000. Y por que desde entonces hasta hoy, diez promociones de alumnos han accedido sin base académica suficiente al mercado de trabajo y a estudios universitarios. Para mí, lo más desalentador es que quién debe promover soluciones a esta calamitosa situación sea a su vez quien dice más tonterías, como que la Secretaría de Estado del Ministerio afirme que sus resultados son consecuencia del nivel de exigencia del sistema. Es decir, que los datos sobre repetidores de curso, abandono y fracaso escolar se debe a que tenemos un nivel tan exigente que hay muchos alumnos que no alcanzan el mínimo. Y afirmando esto me temo lo peor. Que se rebaje el nivel de exigencia más, lo cual me da que producirá peores resultados aún en comprensión lectora, matemática y ciencia, ya de por sí paupérrimos. Quizás me equivoque.
Esto es lo que ha hecho la Real Academia Española de la Lengua, para acabar con las faltas de ortografía, eliminar las reglas. Y es que es así de sencillo. La ortografía mejoraría si eliminamos la diferencia entre la be alta o la be baja, la hache que no se sabe para que sirve, o la ce, la zeta y la ese. Seguramente no nos entenderemos, pero escribiremos muy bien.
El diagnóstico es ciertamente aterrador, lo que me sugiere pedir a los responsables que dejen paso a otros que puedan hacerlo, al menos, igual de mal. Peor es ciertamente difícil. Las causas de estos resultados se encuentran a mi juicio en la falta de motivación del alumnado por el esfuerzo, por el sentido de la responsabilidad, del trabajo personal y su reconocimiento. La escasa calidad pedagógica del material didáctico que se caracteriza por la simplificación del trabajo personal e individual hasta el extremo de que desmotiva el desarrollo intelectual de los alumnos. Es urgente que el profesorado deje de ser un «acompañante» del educando –teoría de la LOGSE– y que recupere su función y el reconocimiento de su magisterio con mayúsculas. Y las familias, que tenemos que concienciarnos de que somos las primeras educadores, somos una «escuela doméstica», pues de nuestras actitudes, comportamientos, asunción de compromisos sociales, y de las responsabilidades que asumimos, aprenden nuestros hijos, y nos toman como modelos de conducta.


Carlos SECO es el presidente de Confapa