Argentina

Marcar primero sube la cotización del oro

El que se adelante en el marcador podrá llevar el partido a su terreno

Del Bosque y Torres. La selección ensayó en Durban, pero no en el Mabhida
Del Bosque y Torres. La selección ensayó en Durban, pero no en el Mabhidalarazon

DURBAN - España-Alemania, 7 de julio, San Fermín, chupinazo hacia el más allá, semifinal con rasgos de finalísima. España partía entre las favoritas, si no la máxima; Alemania aparecía en trámite de descubrirse, lo ha hecho. A eso de las diez y media de la noche, si 90 minutos dan para ello, trascenderá el nombre de la vencedora de este partido de signo incierto que adelanta señales de su desarrollo. Hacer el primer gol es la base del negocio. Alemania es tricampeona del mundo, son derechos adquiridos. Si hablásemos de meter al niño en un colegio concertado, sumaría puntos. La historia de España en los Mundiales roza el fracaso o lo consuma. Maldiciones, caídas en cuartos, en octavos, en las liguillas y en las fases preliminares; en el recuerdo, el cuarto puesto de 1950, hoy está hecho. Demasiado poco para un país que con la selección reúne a 13 o 14 millones de personas, casi la tercera parte de su población, delante del televisor. España ha ganado la última Eurocopa, es su plus, su certificado de calidad, la denominación de origen de un producto continental forjado en oro de 18 quilates. La selección española es la que conmueve a Parreira, a Luis, a Cruyff, a Löw, «porque tiene varios Messis», a cualquier entrenador que no sea Maradona, que tiene al mejor de los «Messis» y no ha sido capaz de aprovecharlo. España fue derrotada por Suiza en el primer envite; los suizos aún se restriegan los ojos; tuvieron que hacer acopio de camisetas para intercambiarlas con cualquier español que la llevara puesta. Fue una gesta. Un trastorno para «La Roja» que, a partir de ahí, tuvo que remar contra corriente, hasta que salió a flote, y aquí está, en Durban, esperando la hora de la verdad, como los alemanes. Oro de 18 quilates o de 24, no hay otra cuestión. O el oro europeo de 750 milésimas de pureza y una aleación de 250 milésimas de plata y bronce; o el de 24 quilates, premio para quien llegue a la final y la gane. Los seis quilates son la diferencia entre el cetro continental y el mundial; todo es oro, pero uno es lo máximo, el no va más, la pureza universal. Alcanzarlo impone dos compromisos; el de esta noche, a priori, es el más difícil. Tendrá mucha semifinal ganada la selección que anote el primer gol. Los registros de Alemania han sido más contundentes que los de España. También perdió un partido, 1-0 contra Serbia; fue incapaz de remontar; pero cuando se adelantó, resultó invencible. 4-0 ante Australia, 1-0 a Ghana; 4-1 a Inglaterra; 4-0 a Argentina. Siempre por delante, con viento favorable y a todo trapo. Entra en el campo pensando más en su primer gol que en las posibilidades del adversario. No da cuartel, ataca hasta conseguirlo. Cuando lo ha logrado, se repliega y sale al contragolpe con la velocidad del rayo y una profundidad pasmosa. Es posible que acuse la ausencia de Müller; es probable que si encaja primero no vuelva a hacerlo. El físico, la velocidad, la llegada de Alemania; la banda derecha con Lahm; la izquierda con Boateng y Podolski; el centro del campo con el incansable Schweinsteiger y Khedira, la delantera con Klose, son armas que Löw maneja con naturalidad y destreza. Contra eso, España, que tampoco perdió cuando marcó primero, opondrá lo que destaca Del Bosque de su equipo: viveza, creatividad y técnica. No hay un grupo mejor dotado que el español para la práctica del fútbol, algo cuestionado, sin embargo, por cada uno de los rivales a los que se ha enfrentado en este campeonato. Todos le han apurado, excepto Honduras y Portugal, éste, el más abierto, el más técnico, el de mejores individualidades. Puede que hoy el juego de Alemania despierte a la fiera balompédica que «La Roja» lleva dentro. Löw tiene que cubrir la baja obligada de Müller, por sanción, y Del Bosque no termina de disipar las dudas que plantea Fernando Torres. Debería ser éste el partido que «El Niño» tendría que jugar por encima de todas las cosas; los alemanes le temen más que un «nublao», fue su verdugo en la Eurocopa. Pero eso es pasado y precisamente porque Fernando no se encuentra físicamente en su mejor momento, tal y como él ha reconocido, cabría la posibilidad de empezar con Cesc, o con Silva, para dominar el centro del campo, o con Fernando Llorente. La opción de Silva no es peregrina, sino una posibilidad plausible, aunque no interviene desde que se perdió contra Suiza. Cabría incluso la reaparición de Navas, velocidad punta y trabajo a tutiplén para esa banda letal que forman Podolski y Boateng. Son posibilidades, la realidad, a partir de esta noche a las ocho y media. No hay otra cita más importante.