Estados Unidos
El dinero no da la felicidad a largo plazo
A corto plazo, contar con más dinero sí mejora la sensación de bienestar, pero con el paso de los años importan más la salud y la vida familiar
El análisis de los datos económicos de 37 países durante una media de 22 años ha llegado a la conclusión de que el dinero no da la felicidad. O más bien, que el crecimiento económico no da la felicidad. A corto plazo, el crecimiento económico sí mejora la sensación de bienestar, pero "con el paso del tiempo la felicidad no aumenta cuando crecen los ingresos del país". A partir de una determinada riqueza, ser más ricos no nos hace más felices, sino que lo que aumenta nuestra felicidad es la salud y la vida familiar.
En países como Chile, China y Corea del Sur, países en los que los ingresos per capita se han doblado en los últimos 20 años, los economistas no han encontrado una mejoría marcada en el bienestar de sus ciudadanos. En Corea del Sur, la satisfacción vital disminuyó ligeramente en los últimos quince años.
Aunque la economía vaya bien, no somos más felices. Así lo asegura un estudio de la Universidad de California del Sur, en Estados Unidos, que se publica en la edición digital de la revista 'Proceedings of tha National Academy of Sciences (PNAS)'.
La investigación incluye a 37 países, ricos y pobres, de tendencia capitalista y ex comunista, y muestra con resultados definitivos que a largo plazo el sentido del bienestar en un país no crece con sus ingresos, según han indicado los autores.
Los estudios a corto plazo sí han mostrado una correlación entre el crecimiento económico y la felicidad, pero esta investigación evaluó la relación entre felicidad y crecimiento económico en cada país durante una media de 22 años. El periodo de estudio en cada país fue de al menos diez años.
"La paradoja de la felicidad y los ingresos es que en algún punto en el tiempo tanto entre los países como en ellos la felicidad y los ingresos correlacionan positivamente pero con el paso del tiempo la felicidad no aumenta cuando aumentan los ingresos del país", ha explicado el economista Richard Easterlin, al que se debe la expresión de 'paradoja de Easterlin', fundador del campo de estudios sobre la felicidad y autor del trabajo.
La investigación que ha presentado Easterlin supone el cuerpo de datos más amplio hasta la fecha que demuestra que la mayor tasa de crecimiento económico no da lugar a un mayor aumento de la felicidad.
A pesar de los economistas
El investigador ha destacado que parece extraordinario que, a pesar del aumento de los ingresos que se ha registrado tan rápidamente en ciertos países, no existan encuestas que registren una mejoría marcada en el bienestar subjetivo que los principales economistas y políticos de todo el mundo esperan encontrar. Easterlin ha puesto como ejemplo a Chile, China y Corea del Sur, tres países en los que los ingresos por cabeza se han doblado en menos de 20 años.
A lo largo de este período, tanto China como Chile han mostrado declives no significativos a nivel estadístico en la satisfacción vital. Corea del Sur mostró inicialmente un aumento no significativo en las estadísticas a inicios de los 80 del pasado siglo, pero en cuatro encuestas realizadas entre 1990 y 2005 la satisfacción vital disminuyó ligeramente.
Easterlin plantea que si el crecimiento económico no es la principal vía para una mayor felicidad, habría que centrar la política más directamente en las preocupaciones personales más urgentes relacionadas con aspectos como la salud y la vida familiar, más que en la mera escalada en los bienes materiales.
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