OPINIÓN: Nueve horas en un oscuro rincón

Mi casa y la de José Antonio Triguero Mulet estaban vigiladas desde el jueves 28 de octubre. Pero no fue hasta el domingo 31 que la Policía política volvió a meterse en mi portal. Ofendieron al dueño de la casa, un hombre de más de setenta años. Me pidieron que los acompañara al cuartel. Como rehusé caminar junto a ellos por las calles y exigí un vehículo, el mayor Charles ordenó traer a un policía con esposas. De camino quedaban los gritos de Exilda diciéndoles dictadores, asesinos, que un día las pagarían. Esas y otras frases que no voy a detallar, pero que alarmaron a los vecinos que salieron a ver cómo se llevaban preso a un escritor y lo paseaban a la vista de todos como si fuera un criminal. Esta vez fueron nueve horas en un oscuro rincón. Pude orar un poco, pero los mosquitos «me comieron» literalmente. Junto a mí había presos, cómo dos hermanos que machetearon a un joven, o cuatro que asaltaron una bodega para llevarse el racionamiento de una barriada completa. Sigo siendo conducido a esos lugares sin que me asienten en el libro de los detenidos. De modo que, siempre que me llevan, mi esposa me reporta como desaparecido a todos los que le llaman. No quiero pensar que la visita intempestiva en la noche de la Fiscal Municipal Sailí Aranda y otro joven fiscal militar tuvo que ver con esto. Lo dejo a consideración de los lectores pero coincidió con que me reviraron a la carpeta y escuché la reprimenda entre los oficiales por no asentarme en el libro. Desde la mañana estuve reportando en Twitter sobre la marcha «Zapata Vive» en Banes. Luego dando pormenores de la golpiza y detención de activistas de la Alianza Democrática Oriental que acompañaban a Reina. Luego mi celular dejo de recibir llamadas, tampoco puedo enviarlas. (...) A eso le sumo que desde hace meses nadie me puede poner una recarga desde otro país porque sencillamente «no entra». Quiero escuchar en la voz de los funcionarios de CUBACEL qué parte del contrato yo incumplí.