Irene Villa: «Esquío porque tenía terror a esquiar»

–«Saber que se puede». Se ha convertido en algo más que un libro para mucha gente...
–Es una filosofía de vida. Este libro ha dado a mucha gente esperanza, fuerza, optimismo.

–¿Y qué le ha dado a usted?
–Las respuestas extraordinarias de los lectores. Por ejemplo: una chica me acaba de decir que se curó la anorexia gracias a la lectura de mi libro.

–Habla en la nueva edición de la operación que cambió su vida...
–Me colocaron en Suecia un tornillo en el fémur que me permite tener la pierna todo el día. Ahora puedo caminar cuanto quiera.

–Y habla de su dedicación al deporte a través de la Fundación También...
–Animo a los discapacitados a no quedarse en casa tumbados en el sofá. Pueden hacer lo que quieran... si se esfuerzan.

–Usted ha conseguido medallas en esquí adaptado...
–Sí, pero antes me caí muchas veces. Lo consigo todo a la larga.

–¿Por qué eligió precisamente el esquí?
–Esquío porque me daba terror esquiar. Sentía pánico. Por eso me decidí.

–No sé si ha fracasado en algo...
–Tengo trabajo, amor, hago deporte... Lo único que me da guerra es esa maldita bacteria que está en la prótesis de titanio. Fíjese, anida en el titanio, y cuando la atacas con antibióticos, muta. Resiste, la tía.

–Se le parece. ¿Qué le gustaría hacer y aún no puede?
–Me gustaría ser madre.

–Quien pasa por una experiencia dramática piensa que ya nada peor puede sucederle...
–La operación y sus complicaciones fueron peores que el bombazo.

–Una ironía, hablando del bombazo: algunas lectoras de su libro la llaman «mujer explosiva»...
–Sí, mi madre lo dice siempre: «Somos mujeres explosivas». Y nos reímos. No sentir odio y tener sentido del humor es la clave.

–«No se puede vivir pensando que te han puesto una bomba», escribe.
–Yo sólo pienso en que volví a nacer, pero sin piernas.

–Sortu, la nueva marca de la izquierda abertzale, significa nacer...
–Tienen más que ver con muertes que con nacimientos.

–Dice que nunca se ha sentido víctima. ¿Qué se ha sentido?
–Un milagro. Los médicos se plantearon no salvarme, fíjese cómo estaba.

–«Lo más maravilloso de los milagros es que a veces ocurren» (Chesterton).