África

El Cairo

El poder islamista se levanta

Los Hermanos Musulmanes sostienen la logística de los manifestantes contra Mubarak

Los Hermanos Musulmantes, el poder en la sombra
Los Hermanos Musulmantes, el poder en la sombralarazon

EL CAIRO- Ayer fue el día en el que la plaza de Tahrir alcanzó su aforo máximo en 11 días de protestas: entre uno y dos millones de personas. Y entre ellos se podían ver a muchos miembros de los Hermanos Musulmanes que se distinguen por su apariencia: normalmente vestidos con típicas túnicas árabes y barba. Es imposible calcular cuántos podía haber, pero la batalla de cifras llevada a cabo entre analistas, activistas y ciudadanos corrientes, situaba su participación entre un 40 y un 50 por ciento, quizás más, quizás menos, ya que nadie conoce con seguridad la fuerza real que posee el grupo, que cuenta con un gran apoyo popular.
Los Hermanos estarían teniendo un papel destacado en la organización del campamento de la plaza de Tahrir, levantado hace cinco días para pedir el fin del régimen de Mubarak, que todavía no ha conseguido desalojar a los manifestantes del corazón de El Cairo. La hermandad estaría aportando su experiencia en la logística del campamento, que se ha convertido en una ciudad dentro de la ciudad: hay zonas de aseo, personas encargadas de proveer a los manifestantes con comida y bebida, áreas «creativas» para inventar eslóganes y escribir pancartas, puntos con suministro eléctrico y hospitales de campaña desde que el pasado miércoles la violencia alcanzara la hasta entonces manifestación pacífica. Después de dos días de asedio por parte de los grupos pro Mubarak, ayer la tranquilidad y la alegría volvieron a la plaza de Tahrir, cuyo ambiente fue descrito por muchos como festivo, una «love parade» de la libertad, una reunión de personas de todas las edades, las clases sociales y las ideologías.
Desde los jóvenes laicos, que han liderado las protestas, hasta las familias pobres que sólo piden poder tener una vida digna, y los fieles de las dos principales confesiones religiosas en Egipto: la mayoría musulmana y los coptos, que representan alrededor del 15% de la población. Éstos son los que se encuentran más asustados por la posibilidad de que la revolución o la post-revolución sea explotada por los Hermanos Musulmanes, que defienden que el Islam es la solución de todos los males de Egipto.
Por su parte, desde la dirección del grupo han negado reiteradamente que quieran liderar las revueltas ni hacer una revolución islámica en Egipto, y están manteniendo un perfil bajo, de poder en la sombra. El Gobierno egipcio es el primero en alimentar las especulaciones sobre los Hermanos Musulmanes y desde los medios de comunicación estatales se afirma que éstos están detrás de las revueltas, apoyadas por «fuerzas» y «agendas externas». En un país que adora las teorías conspirativas, es difícil saber qué es cierto, aunque son varios los manifestantes que quisieron dejar claro que no pertenecen a este colectivo al ser entrevistados por LA RAZÓN.
Según más rumores, los Hermanos Musulmanes, así como otras fuerzas opositoras, estarían empezando a negociar con el Gobierno, aunque oficialmente exigen la retirada de Mubarak antes de iniciar el diálogo, pero cada facción egipcia intenta de alguna forma ganar terreno de cara a una hipotética transición democrática, que parece cada vez más cercana debido a las presiones internacionales. Ayer, en un nuevo e inesperado desarrollo de esta revolución que cambia cada día, el Secretario General de la Liga Árabe, Amro Musa, cuyo nombre se ha barajado como candidato a la presidencia, apareció en la plaza de Tahrir para mostrar su apoyo a los manifestante prodemocracia, mientras que Mohamed ElBaradei no ha vuelto a bajar a las calles junto a «sus» jóvenes. En el teatro de Tahrir, ayer también apareció el ministro de Defensa, para asegurar que el Ejército garantizaría la seguridad de los manifestantes y, supuestamente, también de la prensa internacional, aunque esta última orden todavía no está siendo aplicada.