Presentación

Vinos del císter entre laderas y ríos

Entre conventos y paisajes de un verde espectacular se esconde una Denominación de Origende larga historia. Los blancos son su principal reclamo, pero los tostados cada vez tienen más tirón 

Vinos del císter entre laderas y ríos
Vinos del císter entre laderas y ríoslarazon

Mirar el viñedo de Ribeiro desde valles como el de Gomáriz o la Ribera del Avia es una sensación de placer que puede verse incrementada si se acompaña, además, con uno de los grandes vinos blancos, con dominio de la cepa treixadura, o de los casi desconocidos tintos, con base de la autóctona sousón, que se elaboran en esta Denominación de poco más de 2.700 hectáreas divididas en pequeñísimas parcelas que dan un plus mayor aún a los vinos que aquí nacen.Sorprende ver en España un viñedo todo rodeado de laderas verdes que en algunos casos desembocan en ríos como el Arnoia, el Avia, el Barbantiño o el Miño, donde más de 6.000 viticultores, algunos con unas parcelas pequeñísimas, miman el fruto que alumbrará posteriormente un vino que ha hecho historia al embarcarse junto a Cristóbal Colón en sus primeros viajes a América.Dice la historia que, aparte de la colonización romana en la que el vino jugó un importante papel en estas tierras, es la Edad Media un momento álgido para su elaboración y consumo. Prueba de ello es que fuera Ribadavia, centro judío por excelencia, el origen de ese vino que viajó hasta el Nuevo Mundo.Pero el auge del vino de Ribeiro ha servido no sólo para elevar a la categoría de arte caldos de la talla de Viña Meín, Casal de Arman, Lagar de Meréns, Emilio Rojo, Máxima Casanova, Colección Treixadura de Viña Costeira, Abadía de Gomáriz o VX Cuvée, sino para consolidar la elaboración de los tostados, vinos dulces naturales que se crean con uva colgada y pasificada que posteriormente reposa durante varios meses en barricas de roble.No obstante, frente a una mayoría de bodegas pequeñas y familiares, donde también ejerce como bodeguero el director de cine José Luis Cuerda –que elabora frente al Monasterio de San Clodio un vino con el nombre del santo–, destacan dos gigantes: la cooperativa Vitivinícola de Ribeiro, que cuenta con 80 hectáreas y 744 socios viticultores –con una elaboración que oscila entre cuatro y siete millones de litros– y Bodegas Campante, con 26 hectáreas y más de 1,5 millones de botellas al año.Y es que estas tierras orensanas mezclan su amplia gastronomía –en la que los grelos, las patatas y los pimientos tienen su nicho fijo– con unas vistas llenas de contrastes donde confluyen conventos, hoteles con encanto y el verde, sobre todo un verde de diferentes tonalidades que envuelve al viajero en una aureola mágica y misteriosa.