Barcelona
El PSC busca su alma
Cánovas del Castillo y Sagasta se turnaron el Gobierno de la España de fin de siglo XIX, como los republicanos y los demócratas hacen en los Estados Unidos y los conservadores y los laboristas en la Gran Bretaña. Aunque el PSC ya tiene 32 años, no ha tenido tiempo de alternar al frente de su dirección al sector catalanista y al ala más obrera, afín al PSOE
El primero, con Joan Reventós, Raimón Obiols o Pasqual Maragall al frente, se hizo con las riendas del partido nada más fundarse, en 1978, fruto de la fusión de la federación catalana del PSOE y de los grupos catalanistas Partit Socialista Catalunya-Reagrupament y Catalunya-Congrés.
Los chicos de Sarrià-Sant Gervasi –un barrio «burgués» de Barcelona–, como se conocía también a Reventós, Obiols y compañía, dirigió el partido en los primeros años de la democracia, cuando el PSC intentaba competir con el liderazgo incontestable de Jordi Pujol.
Pero las cosas cambiaron en 1994, cuando José Montilla entró en la sala de máquinas del PSC, tras en Congreso de Sitges, donde fue elegido secretario de Organización del partido. Fue el cónclave de los alcaldes metropolitanos, que consagró a los llamados capitanes del Baix Llobregat. Pero tras quince años, el reinado del conocido como aparato del PSC, gobernado por José Montilla con José Zaragoza y Miquel Iceta como mano derecha e izquierda, respectivamente, se tambalea.
¿Dónde vas, PSC?
El PSC de los capitanes ha conseguido los mejores y peores resultados de la historia de los socialistas en Cataluña, los 25 diputados catalanes que empujaron a José Luis Rodríguez Zapatero a la Moncloa, y la caída de 37 a 28 diputados en las lecciones al Parlamento catalán, el pasado domingo. Tras el revés, han salido numerosas voces que plantean al PSC qué quiere ser y cuál debe de ser su relación con España.
El alma catalanista que hoy encarnan los consellers Antoni Castells, Montserrat Tura, Marina Geli, Ernest Maragall y alcaldes como Àngel Ros o Lluís Miquel Pérez no han tardado en criticar el discurso oficial del PSC, demasiado entregado al PSOE, y en plantear, por enésima vez, que el PSC tenga voz propia e independiente del PSOE en el Congreso.
Las críticas del sector catalanista han generado malestar entre los 25 diputados del PSC en el Congreso. El hombre fuerte del partido en Madrid, Daniel Fernández, no comparte la idea de tener grupo propio. «Nos ha ido bien con el PSOE y tenemos que seguir», opina. «Con el PSOE hemos logrado el máximo autogobierno para Cataluña, el mejor sistema de financiación y la máxima inversión», añade.
Y mientras el clásico debate entre socialistas catalanistas y catalanes del PSOE arrecia, la nueva generación de jóvenes diputados y alcaldes socialistas, nacida en los 70, niega que en el PSC haya dos almas. «El alma catalanista a los de mi generación nos parece un discurso anacrónico. El catalanismo no pertenece a una facción del partido, sino a todo el PSC. El debate de las dos almas quizás tuvo sentido hace tiempo», ha dicho Laia Bonet, que ha ido de número cuatro en las listas del PSC a las autonómicas.
Pasqual Maragall no iba desencaminado cuando anteayer decía que, en estos momentos, «los socialistas no sabemos muy bien quienes somos». El PSC podrá sentarse en el diván del psicoanalista para analizarse en el Congreso que el partido tiene previsto celebrar el próximo otoño. Hasta entonces, los alcaldes, con Jordi Hereu a la cabeza, han pedido una tregua. Porque la prioridad son y tienen que ser las municipales del próximo mayo.
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