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El síndrome de Medea

La Razón
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Traigo a colación el síndrome de Medea por ser un hecho que se presenta cada vez más en el marco de la subjetividad contemporánea. En la tragedia griega, se muestra cómo Medea considera a sus hijos objetos con los que puede hacer lo que quiera, por eso los mata para vengarse de un marido infiel.
Hay quien usa a sus hijos como bala para romper en mil pedazos el corazón y el alma del otro progenitor. Los padres matan tanto como las madres. Hay poca información sobre el filicidio: algunos se suicidan después de matar al hijo; otros dicen no recordar nada. No cabe en la cabeza de alguien «normal» que vengarse pueda en los hijos la rabia y el odio que siente por la ex pareja. No sé quién hizo desaparecer a esos niños, ni si fue el padre el responsable directo: sólo el cielo lo sabe.
En varios de mis libros he recalcado la importancia y la responsabilidad de averiguar quién es y qué tipo de alma alberga ese hombre al que una mujer quiere convertir en padre de sus hijos. Y viceversa. Puesto que los hijos son lo más sagrado para muchos padres y madres, al igual que no construiríamos una casa en un terreno inestable, no deberíamos tener hijos con alguien que no sea un alma buena, de fiar, que sepa amar, y esto es válido tanto para hombres como para mujeres.
Sigo pensando que actualmente nos falta amor y nos sobra miedo. Ojalá Ruth y José estén vivos y puedan volver a ser abrazados por aquellos que les aman. Ojalá su ángel de la guarda no estuviera de vacaciones ese día.