España

Niño espabila

Los padres auguran un futuro difícil para sus hijos, pero confían en que reaccionen y sean la solución a la crisis

padres
padreslarazon

La sociedad española se ha encomendado a los jóvenes para salir del pozo en el que se encuentra. La crisis económica ha minado la moral de los adultos, que no se ven con fuerzas para solventar esta situación y apelan al espíritu luchador que se le presupone a la juventud. Según el estudio «Bienestar en España. Ideas de futuro desde el discurso de padres y madres», publicado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), el pesimismo entre los progenitores es tal que casi el 60% de éstos cree que sus hijos se enfrentan a un futuro difícil. A pesar de ello, confían en ellos para darle la vuelta a la coyuntura actual.

El mismo discurso mantiene Ignacio Calderón, director general de FAD, que sostiene que «para salir de la crisis no sólo se tienen que dictar una serie de medidas por parte del Gobierno. Hay que contar con la sociedad, que es la que debe tirar de la cuádriga y la que debe hacer efectivas esas medidas inicialmente planteadas por el Ejecutivo». Es entonces cuando surge, de manera imperiosa, la necesidad de que sean las nuevas generaciones las que impulsen los cambios. Según el propio Calderón, «la sociedad piensa que son los jóvenes los que tienen el tiempo, la fuerza y, sobre todo, la capacidad para superar con éxito las circunstancias del momento».


Incertidumbre
Pero apelar a la juventud genera mucha incertidumbre y muchas dudas, por la actitud que mantienen en la actualidad. Su pasotismo y la escasa implicación en temas que les inciden de pleno han hecho saltar las alarmas entre los padres, principalmente, y la sociedad. La raíz de este comportamiento anestesiado radica en la trayectoria histórica de España. «Los padres han crecido con una serie de carencias y por ello han educado a sus hijos con todo tipo de facilidades y comodidades con el fin de que tuvieran lo que ellos no tuvieron», argumenta el responsable de la institución. Por todo ello, España está pidiendo a gritos a sus jóvenes que espabilen, que se rebelen y que se erijan en el pilar sobre el que se asiente una sociedad mejor.

Por tanto, para hacer frente a esta situación, hay que invertir este proceso. Si este grupo de población es el que debe asumir la reconstrucción económica y social de España, el primer paso es fomentar una visión positiva del colectivo, que les permita interiorizar que son capaces de hacerlo. «Hasta ahora los jóvenes sólo han recibido críticas negativas y el problema es que se las han creído y las han asumido como parte de su realidad», explica Calderón, que mantiene que «esta situación debe servirles como incentivo para reaccionar, desperezarse y movilizarse con más fuerza aún y hacer frente a la realidad de forma responsable, buscando soluciones inmediatas a los problemas de la sociedad».

A favor de la juventud juegan una serie de comportamientos olvidados, que con la crisis han vuelto a recuperarse. De esta manera, y ante la dificultad de encontrar un puesto de trabajo, el esfuerzo y la formación han recuperado una importancia que antes no tenía. Esos nuevos intereses deben ser su arma efectiva para superar el gran obstáculo con el que se encuentran: la falta de oportunidades. Precisamente éste supone el gran paso que debe dar la sociedad, ya que resulta imposible que la juventud tome las riendas si nadie piensa en ellos como una alternativa seria.

La incertidumbre es elevada. Nadie sabe cómo responderán a esta llamada de auxilio. Sin embargo, un aspecto evidente es que, con motivo de la crisis, la juventud se ha preocupado por formarse. Las ganas de lograr una solución para superar el pésimo panorama laboral ha provocado una nutrida bolsa de profesionales muy preparados y especializados que pueden contribuir a lograr el objetivo. «Hay que modificar esta tendencia y dar prioridad a una juventud con mucho talento y conocimiento», sentencia Calderón. La materia prima son los jóvenes, sólo hace falta saber utilizarla de la manera adecuada para obtener los frutos y los resultados que se les exige.