Cataluña

Aritmética preelectoral

La libertad de voto en PSC y CiU ha matado la Fiesta, pero ambos partidos dan un mensaje triunfalista

Montilla, en primer plano, y Mas, con semblate relajado, ayer durante el último Pleno del Parlamento catalán
Montilla, en primer plano, y Mas, con semblate relajado, ayer durante el último Pleno del Parlamento catalánlarazon

Barcelona- La resaca de la votación de la ILP antitaurina mostraba ayer una estampa del Parlament digna de fin de curso. Ni rastro de los 300 periodistas acreditados para cubrir la prohibición del Pleno más sonado de la legislatura y pocas ganas de los diputados de mantener abierto un debate que ha vuelto a poner a Cataluña en el punto de mira internacional, aunque este aspecto causó sorpresa en algunos, si bien la cosa no es para menos. Pero pasar página no va a ser fácil porque, más allá de la envergadura de la medida, queda otra «patata caliente» que pone en entredicho los argumentos de los nacionalistas para intentar separar el binomio toros-identidad del veto a la Fiesta, como es la regulación de los «correbous», que ayer mismo se celebraban en el sur de Tarragona.El tacticismo político ha imperado en los dos partidos que decretaron libertad de voto, PSC y CiU, para llegar a un desenlace con el que ambos se pueden sentir cómodos de cara a su electorado ante unos comicios que están a la vuelta de la esquina, y en detrimento de la Fiesta. En el Pleno se palpó hasta qué punto socialistas y nacionalistas han calculado cuánto puede desgastarlos una cuestión tan espinosa.

Papeles repartidosCuando pasados unos minutos de la diez de la mañana del miércoles comenzó el debate previo a la votación, el «pinyol» de Convergència –los pesos pesados del partido– no ocupaba sus puestos. En el PSC, ni siquiera estaba en su escaño Montilla, cuyos socios iban a votar a favor de la ILP. ¿Dónde están un día como hoy?, se preguntaban los periodistas que habitualmente cubren la información parlamentaria. El presidente de la Generalitat entró en la cámara dos minutos antes de que se produjera la votación. Se sentó con una sonrisa en el rostro y votó. Poco antes de su entrada, había accedido al hemiciclo el portavoz de su partido, Miquel Iceta, y los pesos pesados de CiU también habían ocupado ya sus puestos. El resultado satisface a ambas formaciones, aunque al PSC le ha surgido un nuevo punto de fricción con el PSOE. Las corridas de toros se prohíben en Cataluña con Montilla como president, pero de sus 37 diputados, 31 votaron en contra de la abolición, los tres votos favorables estaban cantados, e incluso el sector más catalanista no quiso dar problemas al líder del PSC, como demostró la abstención del consejero de Economía, Antoni Castells. Ayer la sensación era de «haber salvado los muebles», aunque Montilla hubiera tenido que comparecer ante los medios justo después –un acto totalmente fuera de lo habitual en las sesiones plenarias– para pedir que no se utilice este veto para animar la confrontación Cataluña-España. Este objetivo es difícil de lograr porque ayer había diputados que admitían que la sentencia del Estatut «ha caldeado el ambiente» y también por la dualidad argumentaria de sus socios de ERC, contrarios a la muerte en la plaza, pero favorables a los «correbous». A la espera de ver si se regulan los «correbous» esta legislatura –sólo Montilla sabe cuándo va a convocar elecciones–, CiU también se ha salido con la suya. Hay prohibición –su opción mayoritaria– y Mas no se desgasta. Una pena que quien pierda sea el aficionado.