
China
El paraíso perdido

En Bután, paraíso perdido a los pies del Himalaya, entre India y China, la Felicidad Interior Bruta (Gross National Hapiness) es más importante que el Producto Interior Bruto (PIB). Y así, dicen, reza en su Constitución un compendio de las veinte mejores cartas magnas del mundo. El butanés tiene que defender tres valores: la felicidad, la igualdad de género y la preservación del medioambiente. A la vista, o el oído, de ejemplos así, convendría revisar las normas de conducta, el comportamiento, de la prensa deportiva. Hay futbolistas del Real Madrid o del Barcelona, jugadores con solera, de raíces inmaculadas, canteranos ajenos al mercenariado, que expresan sus opiniones con envidiable respeto hacia el contrario, justo lo que sectores, individuos, de esta bendita profesión patean en cuanto abren la boca y pisotean cuando desde sus tribunas se empeñan en ser más madridistas que Casillas, más barcelonistas que Xavi, más papistas que el Papa y capaces de ruborizar con sus opiniones a la artillería de los clubes. Recojo de «La Vanguardia» un artículo de Enric Bañeres, que a su vez rescató uno de Sergi Pàmies titulado «La industria de la hostilidad». «A partir de argumentaciones racionales (de las que podemos discrepar o no), se construyen avísperos emocionales que se convierten en trampas (...). El abismo que existe entre el fútbol jugado y el fútbol comentado puede parecer peligroso y preocupante. Cuando se industrializa, la hostilidad es un valor que cotiza en bolsa». Apostilla Bañeres: «Cuando la hostilidad dispara su cotización al alza, la credibilidad cae en picado». La de todos, sea cual fuere la fe futbolística que profesen. Para muchos de esos exaltados sería aconsejable un retiro, no necesariamente espiritual, en Bután. Si los dejaran entrar.
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