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La cinta rota

La Razón
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En Francia hace años que miran el deporte español con lupa. Ante las primeras insinuaciones pusimos pies en pared. Luego lanzaron sospechas que nos hicieron proclamar que estamos por encima de cualquier acusación. Que todo es cosa de envidias. Que no saben digerir nuestros progresos.
Ocurrió que teníamos al campeón de los 3.000 y 5.000 metros, Alberto García, vencedor de etíopes y demás especialistas africanos, y nos lo pillaron y sancionaron para dos años. Estaba en los puestos de honor en las pruebas de marcha Paquillo Fernández y le encontraron en casa una farmacia con productos dopantes. Por colaborar con las autoridades la suspensión ha pasado de dos años a uno. Nuestra imagen femenina, la supercampeona Marta Domínguez, medalla de oro mundialista en 3.000 metros obstáculos, fue detenida ayer y llevada a dependencias de la Guardia Civil. Supuestamente estaba en relación con gentes de malvivir. De un golpe, la estatua de vestal olímpica quedó derribada. No fue un acto lamentable como los demás. En su caso fue doloroso. Más que admirarla creo que la queríamos como si fuera de la familia. Estaba retirada momentáneamente porque está embarazada y nos la han convertido, independientemente del juicio final, en sospechosa de dopaje, en miembro de organización perseguible de oficio. Aún no tenemos claro lo de la Operación Puerto y hemos caído en otra. No sabemos si el doctor Eufemiano Fuentes ha sido absuelto del anterior expediente y ya lo citan en otro. Y el ganador del Tour, el también querido Alberto Contador, también puesto en solfa. ¿Qué hacemos con la cinta de la abuela Marta?