Israel
Príncipes de Oriente
Era la primera vez que una familia real europea ponía el pie en losTerritorios Ocupados. Una visita histórica, que se dice. Pero hubiera pasado sin pena ni gloria, si no llega a ser por algunos matices: horas antes, en Jerusalén, «el más corto camino entre el cielo y la tierra», Don Felipe y Doña Leticia habían revivido, «con el corazón ensombrecido», la aniquilación despiada de millones de desdichados, tan sólo por ser judíos. Y ahora estaban en Ramala. Rodeados por igual del respeto de israelíes y palestinos, con pensares y sentires tan distintos. ¡Parecían los Príncipes de Oriente! ¿A qué viene tanto asombro por plantear una solución aceptable para todos? Algo que hace cualquiera que pise esta tierra de las espigas verdes y las aceitunas, los limpios tejados y los limoneros en flor. La respuesta la da el diario Ha'aretz: «Acierta el Príncipe al hablar desde un interés compartido. La paz sólo será fruto de objetivos comunes, en particular, la convivencia de Israel con todos los Estados árabes vecinos, incluido el palestino». No es fácil abrir la boca para decir estas cosas en Israel y Palestina, sin ofender la sensibilidad de unos u otros. El Príncipe lo ha hecho, sin ocultar la apuesta de España por la solución de los dos Estados en el conflicto árabe-israelí. ¡Y le han aplaudido! Es lo que suele pasar cuando los príncipes no se van por las ramas. Cuando les dejan hablar con palabras de carne.
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