Barcelona

Las cocineras se rebelan contra Valenciano

Critican su poca sensibilidad por atacar la foto de Navascués y reivindican la dignidad de su trabajo 

Susi Díaz, de La Finca, observa las críticas de Valenciano como una una falta de respeto hacia las amas de casa, «la cosa más maravillosa»
Susi Díaz, de La Finca, observa las críticas de Valenciano como una una falta de respeto hacia las amas de casa, «la cosa más maravillosa»larazon

MADRID- Elena Valenciano debería «comerse» despacio sus palabras para no atragantarse antes de hablar de más y juzgar el trabajo de una mujer arquitecto y cocinera. Nos referimos a María Navascués, uno de los emprendedores que mantuvo un encuentro con Rajoy, que, además de trabajar y estudiar el doctorado, tuvo un negocio de repostería, «La Rosconada», en Madrid, cuyos productos ofrece en la web Encárg anosTuRoscón.com. Una imagen sin intención alguna, en la que Navascués aparece con una de sus creaciones culinarias mientras que sus compañeros lo hacían con un Ipad o un carrete de película. ¿Y? La directora de la campaña del PSOE quiso agriar la dulce receta al afirmar que la fotografía publicada reproduce los estereotipos machistas. Una opinión que ha levantado ampollas entre las chefs, que se dejan la piel para mantener a flote sus establecimientos. María Luisa Banzo contesta a las críticas de Valenciano y al tema de Twitter «#yonoquieroserlacocineradelpp»: «A mí me encanta serlo de mucha gente, y no resulta un desprestigio. A mi casa vienen políticos del PP y también del PSOE, a los que me gusta servir, porque esta profesión, además de digna, es grata e intentamos hacer la vida agradable a los comensales», afirma la ex diputada del PP por Soria, ahora propietaria y cocinera del restaurante madrileño La cocina de María Luisa. No encuentra sentido ni lógica alguna a las palabras de Valenciano y menos cuando afirma ver en la instantánea un símbolo de machismo. «La imagen la veo más progresista que retrógrada. Es justo lo que se nos achaca, el no aparecer en escena. Son muchas, muchísimas las féminas que están al frente de sus pequeñas empresas. Creo que ha recurrido a un argumento fácil y sin sentido, porque estamos en todos los sectores...».

María José San Román habla del buen momento que vive la gastronomía española, situada en la cumbre de la vanguardia mundial: «Es la gallina de los huevos de oro, así que no podemos achantarnos, sino elogiar nuestro trabajo. Por eso, me parece genial que Navascués se fotografiara con su roscón, faltaría más que alguien se atreviera a cortarnos la ilusión para crecer. Somos generadoras de ilusión y riqueza», apunta la chef y dueña del restaurante alicantino Monastrell, que cuenta con una estrella Michelin. Por ella, dejaría de «dar bola» al tema, ya que «el discurso machista lo encuentro obsoleto. Me preocupa que en el siglo XXI retrocedamos. Nadie tiene que decidir el destino de las personas, todos vivimos con igualdad de condiciones, por eso estoy sorprendida».

Mari Carmen Vélez, de La Sirena (Petrer, Alicante) pone toda la carne en el asador. «Nosotras tenemos el mismo reconocimiento que los chefs allá donde vamos. Nadie nos ha tachado de ser menos válidas dentro de una profesión tan válida como ser minera o conductora de camiones, trabajos que, además de responsabilidad, suponen un esfuerzo físico, porque la hostelería lo incluye». Explica que lidiar entre fogones es una ocupación estresante en las horas punta: «Servir una comida que puede dañar el sistema digestivo de una persona o vigilar que los productos hayan pasado el control sanitario adecuado posee una responsabilidad que va más allá del aspecto lúdico, de impresionar al comensal con platos bonitos». Por eso, prosigue, «no hablamos de una profesión denostada».

Carme Ruscalleda, la única chef del mundo con seis estrellas Michelin –tres brillan en el Sant Pau, dos en la réplica de éste situada en Tokio y una en Moments (Hotel Mandarin Oriental de Barcelona)– va más allá y alaba que «nuestra sociedad reconozca la cocina como una de las claves importantes de su cultura. La gastronomía, además de ser nutrición, también es un exponente artístico e, incluso, comunica a través del mundo. Posee la fuerza de traspasar fronteras, tanto como la pintura, la arquitectura, la música o la escultura», apunta antes de reprochar las palabras «sin sensibilidad» de Valenciano: «Algo así sólo lo puede decir alguien que no ha tenido la suerte de sentarse en una mesa y notar que frente a ella hay más que un plato de comida». Asimismo, Susi Díaz, de La Finca (Elche), observa el debate como una degradación y una falta de respeto hacia las amas de casa, «que son la maravilla más grande del mundo. Ser mujer y cocinera a mí me abre puertas» mientras que Sole Romans, de Casa Pepa (Ondaira, Alicante), se pregunta hacia dónde hubiera caminado la polémica si, en lugar de María Navascués hubiera aparecido un cocinero o un repostero famoso. «Ella, al fin y al cabo, sólo está defendiendo su negocio del que viven otras personas».