San Diego

Lecciones para evitar otro «Kursk»

La OTAN reúne a 2.000 militares en Murcia para practicar el rescate de submarinos hundidos 

Un marino ruso se prepara para rescatar a un submarino portugués
Un marino ruso se prepara para rescatar a un submarino portuguéslarazon

E n el puesto de control del buque «Shooting Star» todo es silencio. Siete hombres, tres de ellos militares (dos americanos y uno ruso), observan fijamente diez pantallas. En una de ellas se intuye la figura de un submarino ruso que yace en el fondo del mar, a 110 metros de profundidad, con 90 marinos dentro y la «vela» (la torre) ligeramente inclinada. La inquietante imagen recuerda dramáticamente a la tragedia del «Kursk», el submarino en el que murieron 118 marinos rusos en el año 2000. En la pantalla de al lado está la diferencia con aquel horror. Un batiscafo de diez metros y 20.000 kilos de peso, con la bandera de EE UU en un costado, se acerca a ellos.

Uno de esos hombres que miran las pantallas, con pinta de americano al uso, maneja un «joystick» sin apenas pestañear ni alterarse. Es el mando que acerca la esperanza a los marinos hundidos. El hombre a su lado vigila cada movimiento, y dos sitios más allá otro controla el oxígeno en el batiscafo y se comunica con los dos «enviados» en el interior. Ninguno se inmuta, mientras el militar ruso lo observa todo con una mezcla latente de curiosidad y emoción. Es la primera vez en la historia que un equipo de rescate norteamericano «socorre» a un submarino ruso y en la mente de unos y otros está aquella tragedia que sacudió desde Moscú al mundo entero.

El batiscafo se acerca a la escotilla de proa y en 50 minutos se encaja y comienza a sacar a los marinos. Dieciséis por tanda. En 18 horas estarán todos fuera. El vehículo de rescate, con toda la parafernalia de grúas y contenedores que conlleva, había llegado a Alicante desde San Diego en avión hacía 36 horas. En total 54 horas, y si el mayor enemigo en estos casos, reconocen los mandos de la OTAN, es el tiempo, se ha ganado la batalla. Los marinos aún podían aguantar otras 114 horas más hasta que, como pasó en el «Kursk», comenzaran a morir.

Tanto conmocionó aquel suceso que los países dotados de arma submarina (43 en todo el mundo) han perfeccionado hasta el extremo sus sistemas y métodos de rescate. Esta pasada semana, 2.000 militares de veinte países se han reunido en aguas de Murcia para practicar el rescate de submarinos, con el buque de la Armada española «Galicia» como centro de mando. La operación del submarino ruso «Alrosa» se repitió con otros tres similares: el español «Galerna», el portugués «Tridente» y el turco «Anafartalar». Todos los esfuerzos con el fin de que la historia no se repita. Cada movimiento milimetrado. Todos los médicos preparados, todos los países coordinados. Si no es por la soberbia del país afectado, nunca más habrá un «Kursk».