Asuntos sociales
Crónica negra: La misma violencia de siempre
El último informe sobre violencia de género del observatorio del Consejo del Poder Judicial advierte del muy bajo número de informes periciales sobre evaluación del riesgo que corrían las víctimas, conclusión que sale del minucioso estudio de las 55 muertes que se produjeron en 2009. Es decir, que todo el mundo se ha lanzado a una carrera enloquecida para que las mujeres amenazadas denuncien y ahora resulta que no se mide suficientemente el riesgo. O dicho de otra forma: examinados los casos de homicidio consumado, no estamos haciendo lo correcto. Dado lo cual, lo primero que debemos hacer es detenernos a reflexionar. Lo primero, antes de denunciar, señora, piénselo. Y no se fíe. Piense sólo en sus propias fuerzas y no dé por supuesto que la van a ayudar. Si está usted amenazada, denuncie, es sin duda lo mejor, pero sepa que eso agrava las cosas y que en principio los que dicen que la van a proteger no pueden asegurarlo. En el año 2009, de las 55 mujeres asesinadas, 17 de ellas habían presentado denuncias, por lo que se pusieron en marcha hasta veintiséis casos judiciales, de los que doce fueron con resultado de condena y dos absoluciones, lo que suena a sarcasmo. Otros cinco casos tuvieron sobreseimiento provisional. Y en ocasiones, la condena llegó después del asesinato. Es decir, que las diecisiete que denunciaron están tan muertas como las que no lo hicieron. Eso es lo que da a entender este parte de guerra, que inició la oficialidad pensando que la iba a ganar y llevan camino de perderla por goleada. Así las cosas conviene dar marcha atrás, observar el paisaje detrás de la batalla y planificar con ánimo frío la estrategia a seguir: las fuerzas políticas que abanderan la lucha contra la violencia de género parecen despistadas, noqueadas. Y ahora salen con una de pata de banco echándole la culpa a los equipos periciales que no evalúan bien el riesgo.En primer lugar, asistimos a una espiral de asesinatos de tipo pasional al estilo de toda la vida: es aquello de «mía o de la tumba fría» y nada de esa sociología barata de asesor gubernamental. Toda la vida de Dios el señorito tronera, el terrateniente farruco, el hombre de poderío que se ha cansado de su mujer o ha sentido celos de ella, la ha matado y ha confesado hacerlo.Los dos argumentos siempre se han tenido en cuenta y todo el mundo lo sabía. La sociedad del tiempo que heredamos consentía un marido mandón, caprichoso y mujeriego y, de tarde en tarde, también asesino de su amante o de esposa, de su pareja o de una criada de la que estaba encaprichado. Ese crimen machista de toda la vida no ha variado: sigue siendo el mismo.Estos tipos no matan por ansias de criminal común, sino por arrebatos de propietario burlado. Por eso, la forma de atacar este delito es dejarle ver la figura que compone: el maltratador es un animal mezquino, que no tiene nada que ganar si agrede a su pareja o ex pareja. En el mundo que vivimos, un maltratador es una bestia infame, objeto de desprecio y rechazo. Los motivos por los que mata están trasnochados, no tienen prestigio y no serían defendidos por nadie en su sano juicio. Si su pareja ya no le quiere, el honor machista no cabe, ni tampoco el maltrato, ni el acoso. Todo lo cual forma parte de un mundo periclitado. Esa salida absurda de asesinar y después quitarse la vida, no es más que una estupidez suprema.Denuncia y escóndeteMaltratadores de mujeres: depongan su actitud, acepten las nuevas reglas y negocien. Tienen la oportunidad de ser felices y de hacer felices a los demás. Pónganse de acuerdo para ver a los hijos y sean generosos. Que nadie viva amargado por su narcisismo. Maltratadores casados, solteros, amontonados, españoles y extranjeros, vuestro tiempo se ha acabado. Las mujeres han consolidado sus derechos como no podía ser de otra forma. Y la figura del energúmeno que las sigue para apuñalarlas, pegarlas fuego, estrangularlas, nos remueve las tripas. Sois una triste figura histórica y, cuando después de meter la pata, os quitáis la vida, no creáis que dais pena, sino todo lo contrario. Por tanto, y para concluir, mujer, si esta usted amenazada, denuncie, pero corra a ocultarse. En principio y a la espera de que el Gobierno de los jueces gaste dinero o consiga que lo gaste el Gobierno en más unidades de peritaje de valoración, presten atención: cuando no se fíen de su pareja, si deben romper, háganlo por burofax, que es seguro y se pone el telegrama en una oficina de correos.
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