Mundial 2014
La reconquista holandesa
Holanda, una de las finalistas del Mundial, pretende reconquistar Suráfrica, el país que colonizó a partir de la mitad del siglo XVII y junto a cuya costa se encuentra la isla de Robben, que no conmemora a una de las estrellas del equipo, sino que recuerda el penal en el que estuvo Nelson Mandela.
El origen del país está vinculado a Holanda, ya que buena parte de su población blanca, los «afrikaner», también conocidos como «boers», provienen de esta pequeña nación europea que colonizó el actual territorio surafricano a partir de su asentamiento en Ciudad del Cabo en 1652 por cuestiones económicas y estratégicas.
Posteriormente llegaron los franceses en el diglo XVIII, y ya en el XIX, al olor del oro y los diamantes, fueron los ingleses los que decidieron ocupar el territorio. Tras la guerra entre ingleses y ho- landeses en el tránsito del siglo XIX al XX se configuró la actual Suráfrica, nación en la que ambas comunidades blancas han sido hegemónicas en el último siglo a pesar de suponer algo menos del diez por ciento de la población. El resto de los surafricanos son negros, indios o mestizos.
La comunidad de origen holandés de Suráfrica ya tiene poco que ver con la que fue su metrópoli, ya que en la actualidad está mucho más presente la cultura británica que la holandesa. Poca relación guardan los «afrikaners» con sus raíces. No va más allá del idioma, ya que el afrikaans es un holandés antiguo. A la mayoría no les gusta el fútbol, sino el rugby, un deporte que, paradójicamente, llega a Suráfrica del Reino Unido y que apenas tiene predicamento en la actualidad en Holanda.
Así las cosas, a nadie extraña que la selección holandesa no ha- ya encontrado verdadero apoyo en este Mundial. Los surafricanos aficionados al fútbol han estado con su equipo, los «bafana, bafana», y cuando éste desapareció del escenario mundialista, se volcaron con Ghana, la representación de África que permanecía en el torneo y que cayó por penaltis ante Uruguay.
Por ello, jugadores como Wesley Sneijder, Arjen Robben, Robin Van Persie o Rafael Van der Vaart no se han hecho un hueco en el corazón de los aficionados locales: a unos no les gusta el fútbol y los otros no los consideran próximos. Es más, los asocian con la segregación racial generada por el régimen del «apartheid» durante buena parte del siglo XX.
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