Literatura

El maestro convertido en «mestre»

La Razón
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Muy pocos van a estar en desacuerdo con la concesión del Premio Nacional a Castellet, porque fue y sigue siendo un referente de las letras en castellano y, más tarde, en catalán. Su obra es la de un agitador, al día, del panorama intelectual en diversos tiempos. Conformó su personalidad en la revista barcelonesa «Laye», que publicó en 1955 su primer libro, «Notas sobre literatura española contemporánea», que resulta todavía imprescindible. Con sus «Veinte años de poesía española» (1960) defendió un realismo teórico que caracterizaría no sólo al llamado «grupo de Barcelona», sino a la poesía española de los cincuenta, en la que provocó un giro radical con sus «Nueve novísimos poetas españoles».
Con «La hora del lector» (1957) teorizó el objetivismo narrativo. Íntimo colaborador de la editorial de Barral, en 1963 se adentró en la cultura catalana, que ya no ha abandonado, con «Poesia catalana del segle XX», en colaboración con Joaquim Molas. Sus libros sobre Espriu o Pla coinciden con su dedicación a la edición en catalán en Edicions 62, donde ejerce de consejero. Practicó un peculiar modo autobiográfico en la serie de retratos de «Los escenarios de la memoria» (1988) o en su «Dietari de 1973» (2007), que han continuado en «Seductores, ilustrados y visionarios», estupenda serie de esbozos. Pero, al margen de su producción como antólogo, crítico y editor, Castellet ha sabido aglutinar a los jóvenes y a los que hoy ya no lo son. Cuando le conocí era ya el maestro y más tarde «el mestre». Ha sabido siempre moverse por las procelosas aguas de la literatura y del pensamiento con tanta amabilidad que se ha convertido en figura transversal imprescindible: acertado premio a la sensibilidad e inteligencia críticas, hoy ya tan escasas.