Fernando Vilches
Género y sexo por Fernando Vilches
Decía ayer el profesor Sarmiento en las páginas de Sociedad que «La RAE lleva razón». Se ha gastado una considerable suma de euros en escribir unas «Guías», mal escritas por cierto, para crear confusión gramatical donde no la había. El problema empezó cuando confundimos en español, por influencia del inglés, el «género» con el «sexo», en román paladino, «la velocidad con el tocino». Mis alumnas suelen llevar género de punto, de hilo o algodón en su vestimenta, pero todas manifiestan sin proponérselo su sexo femenino. Lean lo siguiente: «No deberá presentarlo si el/la otro/otra progenitor/a es trabajador/a municipal, o aquellos empleados que no tengan incluido en la Declaración de la Unidad Familiar al/a la otro/a progenitor/a del/de la niño/a para el/la que se pide la ayuda siempre y cuando el/la niño/a conviva con el/la solicitante y el/la otro/a progenitor/a no viva en el domicilio familiar». El farragoso texto, al igual que algunas instrucciones que acompañan a los muebles de una conocidísima cadena sueca, está escrito en un idioma desconocido. Además, es curioso, pero al redactor le ha patinado «el género» cuando ha escrito «aquellos empleados»: ¿qué pasa con las empleadas? Dirán ustedes: «Estos lingüistas exageran para denostar opiniones contrarias al uso del genérico masculino». Pues el texto no es inventado, pertenece a la «Solicitud de ayuda de comedor escolar para hijos de 3 a 16 años del personal municipal» del Ayuntamiento de Madrid. Estas «Guías» se empeñan en el colectivo «personas trabajadoras» en lugar de trabajadores, cuando las primeras se refieren a quienes en su trabajo se esfuerzan mucho, no a quien tiene trabajo. Qué razón tenían aquellos ultramarinos finos que en la España de posguerra, por la falta de electricidad, ponían en verano en sus escaparates: «El género dentro, por el calor». Hasta un cura se contagió de esta enfermedad: «La catequesis será para niños y niñas de ambos sexos».
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