Nueva York
Obras de Toulouse-Lautrec Munch o Sorolla en una muestra de retrato europeo
Obras de Toulouse-Lautrec, Boldini, Kokoschka, Munch o Sorolla forman la exposición "Retratos de la Belle Époque", que permite recorrer la edad de oro del retrato europeo entre los años 1870 y 1914 en el CaixaForum de Barcelona.
Comisariada por Tomás Llorens y Boye Llorens, en la muestra se incluyen un total de setenta y seis lienzos de una cuarentena de artistas de renombre, de tres generaciones diferentes, que reflejan los cambios profundos que vivió la pintura europea durante las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX.
Una de las tesis de los comisarios es que el retrato, principal fuente de ingresos y encargos de los artistas, es el género más representativo de esa época, "ilustrando el nuevo individualismo del hombre moderno y el interés por la imagen que proyectaba en su entorno social".
Tomás Llorens ha defendido que se trata de un período "muy cambiante e inestable", pero a la vez "muy brillante"en el ámbito artístico, especialmente en el campo de la Literatura con autores como Tolstoi, Dostoievski, Flaubert, Zola, o Marcel Proust, uno de cuyos retratos se expone en una de las salas.
Por su parte, Boye Llorens entiende que durante esa época "se define la figura del artista moderno, que cambia la forma de percibirse a sí mismo".
A pesar de que se puede ver la historia del retrato durante esos años, Tomás Llorens ha indicado que el discurso expositivo no se plantea de forma cronológica, sino por tipo de retratos, lo que no impide que se vea que "en esos treinta años hay una evolución radical y las obras de Boldini son radicalmente diferentes a las de Kirchner", las últimas que se exhiben.
La exposición se abre con diferentes autorretratos de autores como Jean-Louis Forain, Eugène Carrière, Giovanni Boldini, John Singer Sargent y Joaquín Sorolla, y prosigue con una serie de los denominados retratos de sociedad, la fuente principal de encargos de estos pintores.
En otro de los apartados se hace hincapié en el empeño que tenían todos ellos en reflejar ciertos aspectos del carácter de los personajes que pintaban, lo que no siempre se aceptaba.
En este sentido, Llorens ha recordado que uno de los retratos que se exhiben de Chéjov provocó el enfado del escritor ruso porque entendía que no lo representaba tal como era y que lo "deformaba".
En la exposición hay una sección dedicada a los retratos de grupo -resalta por su tamaño el que Sorolla realizó a la familia del rico diplomático chileno Rafael Errázuriz Urmeneta- y otra centrada en el francés Toulouse-Lautrec, quien captaba los gestos y las expresiones de los personajes que se cruzaban con él en la noche parisina con el objetivo de "contar la verdad de su mundo", de una manera "inquieta y estilizada", según Llorens, "yendo más allá de la verdad".
Los retratos al aire libre tienen, asimismo, su espacio en esta exposición, igual que los retratos como símbolo y reflejo de las inquietudes del espíritu humano.
La muestra se cierra con retratos de los años previos a la primera guerra mundial, desde Max Oppenheimer y Egon Schiele a Kokoschka y Kirchner, en los que queda patente que el expresionismo apostó por la "distorsión emocional"de la realidad.
Por otra parte, Tomás Llorens ha reconocido que no ha sido fácil poder juntar todas estas obras, pertenecientes a una treintena de museos e instituciones de una docena de países, entre las que destacan el Thyssen-Bornemisza, el Sorolla, Patrimonio Nacional y la Fundación Casa de Alba; la Galleria Uffizi de Florencia, el Metropolitan Museum de Nueva York o la Tate Britain.
La exposición, que se clausurará en octubre, es fruto del convenio de colaboración suscrito por el Consorcio de Museos de la Comunidad Valenciana y la Obra Social La Caixa en 2010.
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