
Debate Estado Nación
El vaso medio lleno o medio vacío por José Clemente

Sabe muy bien Mariano Rajoy y por extensión todo su Ejecutivo que estos primeros siete meses de gobernación han llevado hasta la casi extenuación a los más avezados corredores de fondo. Aunque muchos crean y sobre todo opinen que las reformas aprobadas tenían que haberse producido con más celeridad, no conozco a ningún otro gobierno democrático capaz de desarrollar semejante paquete de iniciativas en tan breve espacio de tiempo, no sin antes provocar la explosión más potente de la fábrica de explosivos más potentes. Y la respuesta social, con la clásica orquestina de la Izquierda toda ella conjurada y en comandita, lo confirma. Confirma que los cambios realizados en poco más de medio año en materia laboral, fiscal, económica y política-financiera habrían sido imposibles sin el concurso tácito de la mayoría ciudadana, en su doble acepción, cosa que los sindicatos entienden muy claramente pero que no les deja más alternativa que la calle o su desaparición. Lo que nos lleva de regreso al principio para entender el porqué se produjo una mayoría tan sobrada para el PP y las contestaciones sociales no fueran lo que se esperaba de ellas, por mucho ruido y alharacas que metan en cada algarada callejera: porque los verdaderamente responsables de que llegáramos a los seis millones de parados, se destruyera buena parte del tejido empresarial y nuestras finanzas estuvieran en quiebra y la caja sin un euro, son ahora los de la respuesta social, que antes la hicieron pasar por debajo del Arco del Triunfo y sin Marsellesa de fondo musical.
Nadie desea ni para su peor enemigo una cosa así, como nadie quiere nada malo para uno mismo, pero se heredaba una España en bancarrota y en el decimonoveno lugar del mundo, cuando pocos años antes había estado en la octava posición y coqueteaba con el poderoso G-7. Había que cambiar muchas cosas en muy poco tiempo y en ello se andan, ya lo creo. Por eso la oposición, y especialmente la socialista con sus «correas de transmisión» incluidas, se puso a trabajar en dos direcciones: desacreditar tanto el fondo como la forma de la política de Rajoy, porque bien por lo primero o, por lo segundo, los anzuelos se echaban en el mismo río, aunque para materializar la voluntad de la mayoría no hubiera otra salida que la de asumir las reformas exigidas por nuestro tiempo en el espacio geoestratégico y económico al que pertenecemos. Guste o disguste, porque Europa no se construye con la retranca puesta ni se bajan las cuestas con el coche de culo.
Rajoy ha hablado a sus barones y les ha pedido que se mojen en explicarlo todo; Cospedal hizo lo propio con los dirigentes provinciales y ayer mismo, también, Montoro con los municipios. Todo ese esfuerzo para que cuando pregunten ¿quién mató al Comendador?, la respuesta granítica sea ¿Fuenteovejuna, señor?, y si insisten en ¿y que es Fuenteovejuna?, la respuesta de nuevo vuelva a ser ¡todos a una! Eso pidió ayer Rajoy a sus presidentes territoriales antes de que hoy se reúnan en el Consejo de Política Fiscal y Financiera donde se apretarán un poco más las clavijas y se deberán poner las cartas sobre la mesa y boca arriba para los presupuestos de 2013. No puede un partido como el PP mirar para otro lado en los asuntos internos y, menos, olvidar sus compromisos europeos, pero no tiene nada que ver con el sentido de unidad, que es de lo que se trata. Y la terapia, aunque parezca complicada, se reduce a algo tan sencillo y clásico como ver el vaso medio lleno o medio vacío.
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